Tokio, Japón.- La princesa Mako de Japón se casó con un plebeyo y salió de la realeza japonesa, en un matrimonio que planteó problemas sobre la igualdad de género y los derechos humanos en una monarquía que se mantiene más antigua del mundo.
Asimismo, la polémica retrasó el matrimonio tres años. Esto llevó a la pareja a saltarse cualquier ceremonia formal, en lugar de registrar su sindicato en una oficina del gobierno local el martes.
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De esta manera, el matrimonio presentó otros retos, a los que la princesa prefirió rechazar como el pago habitual de alrededor de $1.3 millones, a las mujeres que están obligadas por ley a abandonar la familia real de Japón después de casarse con un plebeyo.
La princesa Mako y Kei Komuro planean mudarse a Nueva York
Por su parte, la antigua princesa Mako se convirtió en Mako Komuro, tomando el apellido de su marido, Kei Komuro. Ambos tienen 30 años. La ex princesa es la mayor de dos hijas del príncipe heredero Fumihito y es la sobrina del emperador Naruhito.
Por otro lado, Kei Komuro regresó en septiembre de Nueva York, donde trabaja en un bufete de abogados. Tomó el examen de la barra estatal y se licenció en derecho en la Facultad de Derecho de la Universidad de Fordham.
Después de registrar su matrimonio, la pareja se pronunció por medio de comentarios preparados. Para luego distribuir respuestas escritas a cinco preguntas enviadas con anticipación por los medios de comunicación.
La Agencia de la Casa Imperial dijo que el formato se decidió en el último minuto. Debido en parte a la conmoción de Mako al saber que «algunas de las preguntas incluían información falsa presentada como verdad», dijo la Agencia de Noticias Kyodo citando a la Agencia de la Casa Imperial.
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Con la partida de Mako, la familia real de Japón se redujo a 17 miembros, en comparación con los 67 para 1945, y solo tres herederos al trono. Por su parten Japón sigue siendo una de las pocas monarquías donde las mujeres tienen prohibido heredar el trono.
Finalmente, la salida de Mako de la familia real ocasionó muchas comparaciones con el «Megxit» del príncipe Harry y Meghan Markle de Gran Bretaña. Ruoff dice que una similitud es que muchos miembros de la realeza que no están en la línea del trono pueden ver cada vez más a la realeza como un trato poco atractivo.
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