De Richard Tapia se podrían decir muchas cosas. Que es hijo de inmigrantes mexicanos y el primero de su familia en ir a la universidad. Que en 2011 se convirtió en el primer hispano en recibir la Medalla Nacional de Ciencia, de la mano del presidente Barack Obama. Que ha recibido múltiples premios como matemático y que lleva décadas luchando por hacerles más espacio a las minorías en las ciencias y en las matemáticas, particularmente desde la Universidad Rice donde aparte de dar clases es la fuerza tras el Centro para la Excelencia y Equidad en la Educación.
Por contribuciones así Tapia recibió este domingo un doctorado honorífico en Ciencias de la Universidad de Rhode Island.
Sin embargo, entre lo más importante que puede decirse de este mexicoamericano es que su motor ha sido ayudar a que otros encuentren en la educación la esperanza y las posibilidades que él descubrió gracias a una familia incansable.
“Vi estudiantes que como yo estaban por darse por vencidos, hispanos que estaban fracasando y me dije a mí mismo, ‘yo sé cómo ayudarlos’, ‘yo he estado ahí’, ‘tengo que ayudarlos’ ”, sostiene Tapia, de 77 años.
Todo comenzó con sus padres que llegaron de México siendo niños a Estados Unidos. Ella llegó a los 11, él a los 7 u 8 años.
Ninguno de los dos llegó a la universidad, y ella, particularmente, hubiese querido estudiar pero le tocó trabajar desde temprano en su vida.
“Ella no tuvo la oportunidad de la educación pero nos hizo creer que de alguna manera, algún día, la educación nos llevaría a grandes lugares”, explica Tapia, quien fue el primero de la familia en llegar a la universidad al igual que sus otros hermanos y hermana.
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“Mi madre no nos dijo adónde la educación nos llevaría porque ella no tuvo esa experiencia, pero nos aseguró que educarnos sería nuestra salvación”, expresa de su mamá, natural de Chihuahua, que siempre motivó a sus hijos a ir tras los lugares donde estén las probabilidades de éxito.
Y así fue, desde temprano. En el caso de Tapia, ese camino fue tras las pistas de las matemáticas.
Siempre se entendió bien con los números pero en la escuela se sentía como “un pez grande en una pecera pequeña” porque no tenía el apoyo de sus maestros y no se esperaba que los estudiantes de ese rincón de Los Ángeles salieran de allí a la universidad.
Tapia pasó de la secundaria a un community college, el Harbor Junior College en Wilmington, California, donde los profesores le dijeron que tenía talento y que debía entrar a la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA).
“Eso hice, pero mi preparación no era tan buena como la que tenían los demás. Fue en ese punto que las lecciones de mi mamá tomaron protagonismo. Para sobrevivir, tendría que trabajar muy duro y no tomar muchas clases para poder mejorar. Y pude mejorar”, menciona quien terminaría con una licenciatura, maestría y doctorado en matemáticas de UCLA.
Se propuso, afirma, probarles a todos que sí era bueno y que podía incluso ser mejor que otros que no pueden imaginarse a los hispanos en ramas como la suya.
Fue en 1970 que llegó a la Universidad Rice en Houston desde donde ha sido instrumental en lograr que el Departamento de Matemática Aplicada y Computacional se haya vuelto líder en formar y otorgar doctorados a mujeres y minorías en la rama de Ciencias Matemáticas a través de programas y una intención de aumentar su representación en STEM, las carreras y materias relacionadas a las ciencias (Science), tecnología (Technology), ingeniería (Engineering) y matemáticas (Math).
Se dio cuenta, dice, que podía ser un modelo para otros que como él encontrarían un camino certero en la educación.
A través de los años, su labor de mejorar la diversidad y sus avances en ramas como la optimización computacional han tenido el espaldarazo de instituciones clave y así fue el primer hispano en ser admitido a la Academia Nacional de Ingeniería y en ser nombrado a la Junta Nacional de Ciencia por el presidente Bill Clinton.
En el discurso de graduación que dio este sábado en la Universidad de Rhode Island, un día antes de recibir un doctorado honorífico de la misma institución, Tapia apuntó a que la vida se trata de hacer balance entre los momentos felices y aquellos de adversidad.
Ha tenido incontables premios pero a su esposa bailarina, Jean, le diagnosticaron esclerosis múltiple y su enfermedad la tiene en una silla de ruedas y hace 33 años perdieron a su hija Circee en un accidente de carro.
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La familia debió agarrarse más que nunca a las buenas memorias, a los bailes de Jean, la pasión de Tapia por las matemáticas y las memorias de Circee y las que seguirían con sus otros hijos, Richard y Rebecca.
“Cuando encuentren obstáculos y adversidad, aprendan a mirar a ambos lados. El reto es manejar la adversidad. La prosperidad es muy sencilla de manejar. Comprendan que la tragedia y los fracasos son partes de la vida así como el triunfo”, pronunció Tapia en su discurso.
Es que, como reflexiona, en la vida no siempre todo sale bien y la clave es aprender a lidiar con lo bueno y lo malo, y seguir.
Tapia sigue, así como tituló su discurso en la Universidad de Rhode Island: “El camino adelante”.
Los años han pasado y ha logrado desde ser mentor de sobre 20 estudiantes de doctorado hasta hacerse un espacio como científico e investigador.
“Soy un matemático pero también quiero ayudar a mi gente”, explica quien ha buscado que se le reconozca por su trabajo académico como matemático, pero también por apoyar el camino de las minorías como hispanos, afroamericanos y mujeres en unos campos usualmente reservados para hombres.
Eso se lo reconoció Obama en 2011 al destacar sus investigaciones en ciencias computacionales y matemáticas pero también en hacerle espacio dentro de su gestión a mejorar la representación étnica y la igualdad entre hombres y mujeres.
Algunos científicos y matemáticos han tratado de desacreditar el trabajo y las investigaciones de Tapia respecto al trabajo que hace por mejorar la equidad de género y la presencia de las minorías.
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“Pero cuando Obama me reconoció por mi trabajo pero también por querer ayudar a los demás sentí que realmente pertenezco. Que trabajo por mis investigaciones y como profesor pero también como una persona a la que le importa ayudar a los demás mi compromiso con la comunidad. Ese es mi legado”, finaliza Tapia.
Colgamos el teléfono y resuena eso que tanto enfatizó de que su trabajo queda entre pizarras, libretas de notas, computadoras pero también en muchas vidas, así como lo hizo su madre con sus hijos.