Los Ángeles – EEUU.- Flor Estela García Flores es una madre mexicana, de 45 años, que consiguió su libertad el pasado 09 de agosto, después de pasar 17 meses detenida.
La mujer, que llegó a Estados Unidos en 2006, procedente de Chihuahua, al noreste de la geografía azteca, permaneció 15 meses en la Cárcel “James A. Musick”, del condado de Orange, en California, y dos meses en el Centro de Detención de Adelanto, también en la entidad californiana.
Su arresto se produjo en marzo de 2018, cuando llevaba a sus hijos a la escuela. Según relata, su situación se complicó cuando los agentes de migración ejecutaron una solicitud de aprehensión, que la Interpol había emitido en su contra.
“Días después de que me detuvieron, durante una audiencia en la corte para pedir una fianza y salir libre, me dijeron que tenía una orden de arresto del gobierno de México”, comenta la inmigrante.
“No podía creer que esto me estuviera pasando. No tengo un récord criminal, ni siquiera una multa de tránsito”, asegura Flor, quien fue acusada de robo por la empresa para la que trabajó en México. Después de que esa imputación fuera desechada por un juez, llegó otro señalamiento, por abuso de confianza, que tampoco procedió.
Aunque la justicia mexicana tenía que cerrar su caso en 2016, tal cosa jamás pasó. Por ese motivo, en 2017, la Interpol divulgó una orden de captura que nunca debió existir, pero que terminó por hacerse efectiva un año después.
Toda esa situación tuvo que ser descrita y debidamente sustentada por su abogada, Mercedes Victoria Castillo, quien fue enviada por el Consulado de México en Santa Ana, California, luego de que la historia de la indocumentada fuese revelada por medios hispanos.
La jurista consiguió que un juez de migración le concediera una fianza de mil 500 dólares, que fueron cancelados por una abogada retirada de la Red de Respuesta Rápida de Inland Empire.
Sin embargo, pese a haber sido excarcelada y a haberse reencontrado con su familia, Flor Estela ha sido obligada a vivir bajo el monitoreo constante de un grillete, que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) colocó en su tobillo.