Estados Unidos ha anunciado este jueves que devolverá a México a los inmigrantes centroamericanos que soliciten asilo tras cruzar la frontera, en tanto que se tramita su petición, y el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha decidido aceptar “temporalmente” esta medida pero imponiendo condiciones.
Así es como cambiará la vida de cientos de miles de inmigrantes:
¿Cómo funcionaba hasta ahora el sistema? Todo inmigrante que llega a la frontera estadounidense tiene derecho a solicitar asilo. El presidente, Donald Trump, ha firmado este otoño una orden ejecutiva que retira este derecho a los que crucen ilegalmente, para forzar así que todos los inmigrantes acudan a los puertos de entrada; sin embargo, una corte federal ha congelado por el momento esta orden, por lo que no está aún en vigor.
Para solicitar asilo, los inmigrantes deben pasar primero una prueba de miedo creíble, en la que demuestren que temen por su vida si regresan a su país de origen porque allí son perseguidos por su raza, religión, nacionalidad, opiniones políticas o pertenencia a un grupo social determinado. Aproximadamente nueve de cada 10 inmigrantes que lo intentan consiguen pasar esta prueba. Otra corte federal acaba de anular esta semana las restricciones que impuso el Gobierno a las solicitudes de asilo por miedo a las amenazas de familiares o de pandilleros.
Los inmigrantes que pasan la prueba de miedo creíble obtienen derecho a plantear su caso ante una corte de inmigración; entre tanto, se les permite quedar en libertad, porque las autoridades migratorias no tienen plazas suficientes en centros de detención para hacer frente a la llegada de personas en la frontera. Actualmente hay casi 45,000 detenidos, aunque el número máximo de plazas en centros de detención es 40,000; pero cada mes llegan más de 60,000 inmigrantes a la frontera.
Hasta que llega el momento de presentarse ante la corte, los inmigrantes quedan pues en libertad dentro de Estados Unidos. Esa cita puede alargarse años, puesto que las cortes de inmigración sufren un retraso superior al millón de casos por resolver, colapsadas por la llegada masiva de inmigrantes y por la decisión de Trump de reabrir casos que estaban congelados para forzar más deportaciones.
Llegado el momento, la corte de inmigración examina si concede el asilo al inmigrante u ordena que sea devuelto a su país. En 2012, con el demócrata Barack Obama en la Casa Blanca, seis de cada 10 inmigrantes lograban asilo; en 2018, lo consiguen apenas tres de cada 10. Las jueces de inmigración son independientes pese a que dependen del Departamento de Justicia, pero deben obedecer las directivas y cambios normativos que aprueba el fiscal general.
¿Qué cambia ahora? El Departamento de Seguridad Nacional ha comunicado esta mañana a México su intención de devolver a los extranjeros que piden asilo al otro lado de la frontera, sean o no mexicanos, “para que aguarden aquí el desarrollo de su proceso migratorio en Estados Unidos”, según un comunicado del Gobierno de López Obrador. Y México ha indicado que “autorizará, por razones humanitarias y de manera temporal, el ingreso de ciertas personas provenientes de Estados Unidos que hayan ingresado en ese país por un puerto de entrada, o que hayan sido aprehendidas entre puertos de entrada, hayan sido entrevistadas por las autoridades de control migratorio de ese país, y hayan recibido un citatorio para presentarse ante un juez migratorio”.
Así, los inmigrantes centroamericanos llegados en caravanas en los últimos meses, o los traídos de forma exprés en autobuses por coyotes y luego abandonados en mitad del desierto, los inmigrantes que lleguen solos o en familia, todos podrán ser devueltos a México a esperar a que se tramite su solicitud de asilo, en vez de quedar encerrados en centros de detención o ser puestos en libertad.
Allí podrán solicitar un permiso de trabajo, según el Gobierno mexicano, y entrar y salir del país libremente (no a Estados Unidos, claro). Queda por ver cómo asimila México la oleada de inmigrantes: En 2009 sólo 5.000 personas intentaron pasan la prueba de miedo creíble; en 2016 fueron 94.000. La llegada de una caravana con 6.000 inmigrantes hace unas semanas a Tijuana puso en jaque los servicios sociales de esa sociedad, provocando un fuerte rechazo ciudadano.
No se pierde el derecho a asilo en Estados Unidos. El Gobierno estadounidense lleva meses presionando a México para que firme un tratado que obligue a los inmigrantes de otros países a solicitar asilo en México en vez de en Estados Unidos. Se trata de considerar a México como un país seguro, lo que por ley permitiría a Estados Unidos rechazar la solicitud de asilo de cualquier extranjero que, en su viaje hacia la frontera, no haya intentando acogerse antes en el país vecino. La premisa es que, si huyen de una amenaza para sus vidas, el primer país seguro al que lleguen debería ser en el que quisieran asilarse.
México ha querido dejar claro hoy que el acuerdo anunciado con Estados Unidos “no constituye un esquema de tercer país seguro, en el que se obligaría a las personas migrantes en tránsito a solicitar asilo en México”.