Brasil – El expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva se traslada este martes 23 de enero del 2018, a Porto Alegre, un día antes de que la ciudad sureña acoja bajo grandes medidas de seguridad el juicio en apelación que podría complicar su candidatura a las elecciones de octubre.
«Mañana estoy yendo a Porto Alegre para agradecer la solidaridad del pueblo que está allí manifestándose», anunció el exmandatario (2003-2010) en un acto con sindicalistas en el Instituto Lula de Sao Paulo.
El exmandatario, a la cabeza de todas las encuestas para las elecciones presidenciales de octubre, debería seguir el juicio desde Sao Paulo.
Desde el fin de semana, empezaron a llegar a la capital de Rio Grande do Sul autobuses con seguidores del líder de la izquierda y este lunes miembros del Movimiento de trabajadores rurales Sin Tierra (MST) realizaron una marcha de unos 8 km y montaron un gran campamento en la ciudad.
Manifestaciones y concentraciones en el país
Desde este martes por la mañana se desarrolla un acto de mujeres a favor de Lula, en el que ha participado la expresidenta, Dilma Rousseff (2011-2016) y se espera la asistencia de la exmandataria argentina, Cristina Fernández.
El juicio a Lula genera una gran expectativa y temores de enfrentamientos. El gobierno de Rio Grande do Sul anunció un dispositivo especial de seguridad con apoyo de embarcaciones y helicópteros de la Brigada Militar en torno al tribunal de apelaciones, contiguo a un río, que tendrá un bloqueo perimetral terrestre, aéreo y naval.
El alcalde de Porto Alegre llegó a pedir el apoyo del ejército, teniendo en cuenta que grupos de derecha también prevén organizar concentraciones contra Lula ese día.
Las opiniones del expresidente
El expresidente dijo que, aunque «no hay pruebas» contra él, seguramente no será ni la primera ni la última «víctima» de los jueces brasileños.
«Esperaré tranquilamente el resultado. Y voy a recurrir cualquiera que sea el resultado, recurriré», adelantó, anunciando que el próximo 27 de febrero iniciará una nueva caravana de precampaña por el sur del país.
Lula, de 72 años, quien fue el presidente más popular de la historia moderna de Brasil, fue condenado en julio del 2017, a nueve años y medio de cárcel como beneficiario de un apartamento en el balneario paulista de Guarujá, ofrendado por la constructora OAS a cambio de contratos en la estatal Petrobras.
El tribunal de apelaciones en Porto Alegre decidirá si ratifica esa condena, que podría llevarlo a prisión y a una invalidación de su eventual candidatura. Aunque en principio podrá seguir libre y hacer campaña hasta agotar los recursos ante cortes penales y electorales.