Baton Rouge.- Esta semana, un denominador común entre los trágicos tiroteos y asesinatos en Dallas, Baton Rouge, yFalcon Heights fue el papel que jugaron las cámaras y los medios de comunicación social en determinar qué sucedió realmente. A diferencia de los casos de Baton Rouge y Falcon Heights, los videos tomados en Dallas que muestran las acciones de los presuntos atacantes no dan una imagen lo suficientemente clara como para identificar a los tiradores. Pero las cámaras y los medios sociales sí jugaron otros dos papeles mientras se desarrollaban los acontecimientos en Dallas: identificar y posteriormente absolver a una persona a quien la policía inicialmente catalogó como posible sospechosa, y brindar algunos de losprimeros informes sobre el terreno de la magnitud de los tiroteos.
Comencemos con el caso de Mark Hughes, un hombre afroamericano que fue fotografiado llevando un rifle de asalto descargado durante la manifestación contra la violencia en el centro de Dallas. A las 11:52 pm de la noche del jueves, la cuenta de Twitter del departamento de policía de Dallas identificó a Hughes como sospechoso. Poco tiempo después, surgió un video de Facebook Live que mostraba a Hughes entregándose con su arma a la policía, lo cual parece haber influido en su liberación.
Hughes le dijo a Associated Press que fue interrogado durante treinta minutos, durante los cuales acusa que la policía le mintió, afirmando que tenían un video que lo mostraba a él disparando su arma. Aún a las 4:30 pm del viernes, el departamento de policía de Dallas no había eliminado un mensaje de Twitter que mostraba a Hughes como sospechoso, horas después de haberlo puesto en libertad.
En Baton Rouge, Alton Sterling, un vendedor afroamericano de discos compactos de 37 años de edad, fue ultimado a balazos en la madrugada del martes después de un encuentro con agentes del departamento de policía de esa ciudad. Miembros de un grupo contra la violencia capturaron en video gran parte de lo que sucedió, incluyendo cómo Sterling era lanzado al suelo y posteriormente recibía varios disparos por parte de al menos uno de dos policías blancos, y lo compartieron en Facebook.
No se puede decir con certeza que los policías implicados en la muerte de Sterling y Castile serán declarados culpables, a pesar de la existencia de estos videos. También hubo un video en el caso del oficial de Nueva York quien le aplicó una llave de estrangulamiento a Eric Garner, lo cual provocó la muerte de Garner en el año 2014. Un gran jurado decidió no imputarle cargos criminales al oficial involucrado en ese caso, aunque la evidencia del video sí logró ayudar a la familia de Garner a resolver su caso de muerte por negligencia por la supuesta suma de 5.9 millones de dólares en el año 2015.
Sin dudas las fuerzas del orden en Estados Unidos preferirían tener un público que confíe y obedezca cada maniobra que hacen. Sin embargo, lo que ese público ve en las imágenes capturadas por iPhones y ahora, transmitidas en vivo por Facebook, le da muchas razones para desconfiar.
Al mismo tiempo, los departamentos de policía obviamente están recurriendo a las cámaras de los ciudadanos y a las transmisiones en vivo de los medios de comunicación social para auxiliarse en sus propias investigaciones. Después de todo, son herramientas poderosas, pero tienen un potencial igualmente poderoso para provocar desastres en los casos de aquellas personas que pueden ser falsamente identificadas, como fue el caso de Hughes en Dallas.
Y, a pesar del aumento del uso de las cámaras corporales en los policías de todo el país, es obvio que a muchas agencias policiales estadounidenses aún les preocupa mucho esta tecnología.
En Carolina del Norte, legisladores estatales aprobaron recientemente una ley que les da a los departamentos de policía amplia discreción para ocultar del público las imágenes capturadas por las cámaras de la policía.
En Louisiana, la policía ahora es una clase protegida bajo las leyes de delitos de odio de ese estado gracias al proyecto de ley “Blue Lives Matter (Las Vidas de los Policías Importan)» que recién en mayo se convirtió en ley.
En Chicago, una ciudad con una larga historia de brutalidad policial, los concejales de la ciudad han propuesto un proyecto de ley “Blue Lives Matter” muy similar.
Y en Filadelfia, una corte federal dictaminó recientemente que los ciudadanos no tienen derecho a filmar las actividades policiales a menos que lo hagan como protesta.
Lo que demuestran todos estos casos es que las cámaras y los medios de comunicación social juegan ahora un papel muy importante en la negociación de las relaciones entre la policía y el público. Analicemos lo que Chuck Canterbury, presidente de la Orden Fraternal de la Policía dijo el año pasado en su defensa del proyecto de ley «Blue Lives Matter»:
Aquellos que arrojan odio y aquellos que piden violencia están ejerciendo sus influencias. Los medios de comunicación les han dado una plataforma para transmitir el mensaje de que los agentes de policía son sus enemigos y de que es el momento de atacar a ese enemigo con emboscadas, desde la oscuridad. Las cuentas en las redes sociales están llenas de odio y llamados a atacar y matar agentes de policía. Hay una campaña muy real y deliberada para aterrorizar a los agentes del orden público de nuestro país.
Nuestros miembros y todos los agentes de la ley se ponen sus uniformes y van a trabajar para proteger sus comunidades en un estado de hipervigilancia. Toman decisiones de vida o muerte en fracciones de segundo y ahora parte de ese proceso de toma de decisiones incluye: «¿Cómo se verá esto en televisión?» o «¿Perderé mi trabajo o seré acusado de un crimen?».
Sin duda alguna las palabras de Canterbury ahora adquieren un nuevo y trágico significado a raíz de lo sucedido en Dallas, un suceso que requiere muchísima atención y días de duelo nacional. Pero será de igual importancia en los próximos días no olvidar lo que le sucedió a Alton Sterling en Baton Rouge, o a Philando Castile en Falcon Heights, y el papel que jugó el video en vivo, aunque le incomode a la policía, en sacar esos casos a la luz.
Mientras tanto, las autoridades judiciales han podido convertir, en algunos lugares, sus miedos a los medios sociales en leyes y políticas que las protegen de ellos. Sin embargo, las legislaciones destinadas a frenar la caracterización racial o limitar el uso de armas mortales en situaciones que no las requieren no han llegado tan lejos. Miembros del Grupo de Congresistas Negros se quejaban en una conferencia de prensa después de los sucesos en Dallas de que no habían podido hacer avanzar la legislación para frenar la violencia policial.
Si hay un «efecto Facebook Live», es a lo sumo un paquete mixto, pero hay otro denominador común entre los trágicos acontecimientos de esta semana: los tres terminaron con la muerte de un hombre negro. La historia dicta que la policía en esta ecuación tendrá un nivel incomparable de protección ante la ley en comparación con las familias de las víctimas afroamericanas. Pero si la transmisión en vivo de estas tragedias no altera esa narrativa histórica de desigualdad racial, entonces es muy difícil imaginar qué lo hará.