El fotógrafo reconocido por ser unos de los primeros en descubrir que la moda está no en las pasarelas sino en las calles, murió a los 87 años en Nueva York.
Este sábado murió Bill Cunningham, el hombre de 87 años, chaqueta azul y pelo cano, que siempre estaba en bicicleta, sin importar la lluvia ni el calor, capturando a los atrevidos que lograban inspirar con sus looks la ciudad de Nueva York.
Este fotógrafo fue uno de los primeros visionarios en darse cuenta de que la moda era más interesante y palpitante en la calle que en las pasarelas. Antes de que aparecieran instagrammers y blogueras, Bill ya había descubierto el placer de capturar la moda en su forma más desprevenida: esa que camina por la ciudad sin ninguna intención de ser retratada o celebrada.
El fotógrafo emblemático del New York Timesse encuentra recuperándose de…
El fotógrafo emblemático del New York Timesse encuentra recuperándose de un infarto Getty Images
No se publicará más su tradicional página de estilo en el New York Times, esa que salía cada domingo como resultado de árduas horas de trabajo en la calle, el lugar en donde Bill esperaba que la moda se le revelara. «Tienes que dejar que la calle te hable», solía decir el retratista que se encontraba hospitalizado tras sufrir un ataque al corazón el fin de semana pasado.
Su presencia en las calles de Nueva York se hizo tan fuerte, tan emblemática, que la misma Anna Wintour, editora de Vogue Nueva York, llegó a decir que si Bill Cunningham no te había retratado «no eras nadie en la moda».
Para él la moda era mucho más que trapos y las personas mucho más que meros ganchos, para Bill la moda era una manera efectiva de narrar la vida de la ciudad y de sus habitantes, sus fotografías, eran así, unas crónicas periodísticas de la rutina cotidiana y estilizada de los neuyorquinos. Eran una forma de dejar consignado el gusto de la gente y las maneras cómo, insospechadamente, el animal print se tomaba las aceras, o las chaquetas bomber o el color amarillo.
Lejos de las pretensiones y de los bullicios propios del mundo del fashion, de los artificios y el reconocimiento, Bill Cunningham mantuvo un bajo perfil, (dormía en un pequeño cuartico a pesar de su orígen aristocrático) esto, sin embargo, le dio más fuerza y carácter a la selección fotográfica de estilos que domingo a domingo hacía para el emblemático periódico.
Bill no retrataba a la gente por ser famosa, no por ser bonita, sus ojos eran como un detector entrenado para reconocer las tendencias, el riesgo, la inspiración hecha ropa sin importar quien la llevara. Con su partida, una de las pocas voces genuinas que le quedaban a la moda se ha ido.