En corrillos políticos se comenta, con sorna o con preocupación, la pobreza franciscana en la que está sumida la campaña del magnate inmobiliario, tan rico en declaraciones pero tan limitado en recursos frente a su rival demócrata Hillary Clinton.
Si de dinero se tratara, Hillary Clinton le habría ganado la presidencia de EEUU a Donald Trump no una, sino 21 veces, la relación de dinero que tiene en el banco la campaña de la demócrata frente a la del virtual nominado presidencial republicano.
Las cifras presentadas el lunes por la Comisión Federal Electoral (FEC, por sus siglas en ingles) muestran cómo el magnate tiene fondos disponibles (1,3 millones de dólares) que algunos consideran insuficientes incluso para competir por un puesto en el Senado federal.
El repentino despido de Corey Lewandoswki como jefe de campaña del magnate dejó en evidencia que la operación se prepara para cambios.
Esa estrategia “sobria” (en cuando a gastos no más, porque el calificativo no funciona para el resto de las cosas vinculadas con el empresario) de la que se ha ufanado tanto el magnate ya no funcionará para las presidenciales de noviembre, como reconoce el propio candidato.
Pero la pobreza de la campaña de Trump es relativa y como ha sido la experiencia a lo largo del año que lleva el empresario en política lo que no le funciona a otro bien puede servirle a él.
Ni para un senador
Trump está rezagado frente a Hillary Clinton en organización en el terreno y en fondos de campaña.
Según el sitio de monitoreo Open Secrets, hasta el 31 de mayo Trump había invertido 63 millones de dólares, frente a 229 millones de Hillary Clinton, quien al contrario del republicano se vio en dura competencia en las primarias con el senador Bernie Sanders.
Pese al elevado gasto, la exsecretaria de Estado tiene disponibles en efectivo casi 89 millones de dólares (la mitad de los comités de acción política o Super PACs que la respaldan).
En Washington se comenta que lo que tiene disponible Trump no cubre ni siquiera la tercera parte de lo que requieren campañas para un puesto al Senado, que están lógicamente limitadas a circuitos estatales.
Todo indica que la candidatura de Trump está teniendo un efecto inhibidor entre los tradicionales donantes conservadores con los que el partido cuenta para financiar sus campañas, un reflejo de la división que se ve entre los conservadores a la hora de ofrecer su respaldo expreso al empresario.
Sin manual de estilo
También es cierto que lista de las cosas que según la tradición política estadounidense se hacen o no en una campaña ha sido alterada por el estilo personalísimo del empresario inmobiliario.
Trump se ha aprovechado primero de su condición de celebridad y luego de sus declaraciones altisonantes para explotar en su beneficio los medios y lograr cobertura permanente de su campaña.
Un estudio de The New York Times indicaba en febrero cómo su campaña había invertido tan sólo 10 millones de dólares en publicidad televisada, pero había logrado más de 2,000 millones en espacios gratis. Más que todos los demás candidatos juntos.
Sin embargo, es poco probable que la fórmula le siga funcionando, en parte porque ya hay una saturación de su imagen, la novedad ya pasó, y en parte porque la cobertura del candidato presidencial suele ser más acuciosa. Ahora es que Trump se va a enfrentar con los medios, como Hillary Clinton ha padecido en sus décadas de vida pública.
Además, la naturaleza de las elecciones estadounidenses exige grandes cantidades de dinero para sufragar eventos, viajes y pagar personal, aspecto este último en el que Trump también luce raquítico, no solo frente a Clinton sino a cualquier otra campaña de uno de los grandes partidos a esta altura del calendario electoral.
Trump tiene unos 70 miembros fijos en su campaña para cubrir todo el país y Clinton 700, de acuerdo con diferentes fuentes.
Sin dinero en el banco
Pero por poco dinero que haya recaudado, es poco probable que vayamos a ver a Trump varado en un aeropuerto imposibilitado de llegar a un evento político porque se haya quedado sin fondos.
Con una fortuna que se estima entre 5,000 millones, según la revista Forbes, y 10,000 millones, según el propio magnate, Trump tiene una capacidad de endeudamiento que con seguridad pondrá a disposición de su campaña si la emergencia lo ameritara.
De hecho, al iniciar las primarias, él había prometido que auto-financiaría completamente su esfuerzo electoral, cosa que ha cumplido en un 70%, de acuerdo con los datos de la FEC.
“Si hace falta, habrá fondos en efectivo ilimitados”, dijo Trump en un comunicado este martes reaccionado a las reseñas de medios que han destacado la virtual quiebra de su campaña.
En ese mismo comunicado, el empresario-candidato fiel a su retórica prometió “tremendos” ingresos gracias a los “increíbles” eventos de recaudación que están por venir.
La campaña ha sido franciscanamente pobre hasta ahora, pero el candidato no lo es y en este caso, la riqueza del candidato marca una gran diferencia.