Ciudad de Guatemala – Guatemala.- Un acuerdo entre dos países, Estados Unidos y Guatemala, puede estar dejando a la deriva a miles de refugiados y marcar aún más las grietas de Guatemala.
Tras la firma del acuerdo que convierte a Guatemala en «Tercer país seguro», un mecanismo internacional mediante el cual es posible que un país acoja a los solicitantes de asilo de otro, muchos son los que hoy sufren y buscan opciones.
Un acuerdo que parece no haber sido muy bien pensado por las autoridades de Guatemala y estaría no solo perjudicando a los migrantes si no también sobrepasando las capacidades de servicios públicos, migratorios y de todo tipo en Guatemala, quien podría no contar actualmente con la logística necesaria para atender tantas solicitudes y dar refugio a tantas personas.
Tan solo ocho personas son las encargadas de procesar actualmente los documentos de asilo en la oficina encargada. En 2018 las peticiones ascendieron a 262, un aumento del 42% respecto al año anterior, la autoridad migratoria que tiene que aprobar las solicitudes lleva más de un año sin reunirse y los casos acumulados.
Hasta el momento todo en Guatemala parece incierto, en el Instituto de Migración, su portavoz Alejandra Mena, dice no conocer cómo van a trabajar para poner en práctica el acuerdo con Donald Trump. Sin detallar números, el acuerdo permite devolver al país centroamericano a migrantes de cualquier nacionalidad, excepto guatemalteca, que hayan solicitado asilo en la frontera de EEUU. Tan solo en 2018 hubo más de 60.000 solicitudes de salvadoreños y hondureños en el país norteamericano. Esta cifra multiplicada quizás por cien, pueden ser los casos que deban tratar las autoridades guatemaltecas con su escasa estructura.
Expertos migratorios resaltan que Guatemala no tiene las condiciones para ser un país de refugiados, por lo que dudan que el acuerdo firmado con Estados Unidos tenga efectividad, «No va a ser un instrumento disuasivo, los refugiados van a volver a intentar cruzar a EEUU» asegura Brenda Reyes, coordinadora de la Casa del Migrante en la capital guatemalteca.
En el acuerdo firmado se estable que que EE UU. «prevé cooperar para fortalecer las capacidades institucionales de Guatemala», aunque no detalla exactamente que van a fortalecer. Por su parte las autoridades de Guatemala, aseguran que los nuevos compromisos no van a representar un gasto para el país.
«Va a aumentar la presión sobre el gasto social y puede poner en jaque las finanzas públicas. Se firmó sin ver qué recursos adicionales necesitaba», cuestiona el economista Walter Figueroa.
Muchos refugiados en Guatemala, aseguran que ese país de Centroamérica no es la mejor opción para permanecer largo tiempo, la economía, la falta de empleo, la inexistencia de medidas para la ayuda al inmigrante y varias carencias más del sistema, hacen que los refugiados se sientan viviendo en el abandono.
«Este no es un país apto para refugiados, nos tienen abandonados», manifestó un hombre hondureño de 31 años de edad, por seguridad no reveló su nombre.
El Padre José Luis Carvajal, de la Pastoral de Movilidad Humana, una sección de la Iglesia que se dedica a asesorar a migrantes, también se refirió al tema “No hay acompañamiento del Estado; los refugiados están a la deriva”.
La falta de trabajo es otro factor negativo para quienes llegan a Guatemala como plan b para tratar de sobrevivir y alejarse de los problemas que viven en sus países.
«El empleador siempre sospecha; dices que eres hondureño y piensa que has escapado porque estás involucrado en algo malo», explicó un refugiado.
