Charlotte, NC – En un ambiente de recogimiento y espiritualidad, la Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe fue escenario este Viernes Santo, 18 de abril, de la tradicional representación del Viacrucis, una de las celebraciones más significativas de la Semana Santa. La jornada incluyó dos funciones, a las 12:00 p.m. y a las 3:00 p.m., en las que la comunidad revivió los momentos más intensos de la Pasión de Jesucristo.
Con una participación activa de feligreses de todas las edades, la escenificación permitió a los asistentes sumergirse en una experiencia cargada de simbolismo, donde el dolor, la entrega y el amor se entrelazaron en cada estación del camino hacia el Calvario. Para muchos, este espacio fue más que una representación: Fue una oportunidad de reflexión profunda y renovación espiritual.
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El Viacrucis no solo es una manifestación religiosa; es también una herencia cultural que se transmite de generación en generación. Contar esta historia a los niños, involucrarlos en las dramatizaciones o simplemente explicarles su significado, fortalece los lazos familiares y la identidad espiritual desde edades tempranas.
En este sentido, la comunidad católica en Charlotte continúa apostando por mantener vivas estas tradiciones, con la convicción de que, al compartirlas con los más pequeños, se siembran valores como la fe, el respeto, la empatía y la compasión. Muchos padres y abuelos aprovecharon la ocasión para asistir en familia y explicar, con palabras sencillas, el mensaje de amor y sacrificio que encierra la historia de la crucifixión.
La Iglesia Nuestra Señora de Guadalupe agradeció la asistencia masiva y el compromiso de los voluntarios que hicieron posible la puesta en escena. Cada detalle, desde el vestuario hasta la ambientación, fue preparado con dedicación para ofrecer una experiencia que tocara los corazones de los presentes.
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Finalmente, hay que recordar que la Semana Santa es una oportunidad para detener el ritmo cotidiano, mirar hacia adentro y reconectar con el sentido profundo de la fe. El Viacrucis, en este contexto, se presenta como un puente entre lo sagrado y lo cotidiano, y como una herramienta invaluable para educar en valores a las nuevas generaciones.
