domingo, diciembre 22, 2024

Víctima de violación en México huyó a EE.UU y se repitió la tragedia

Texas – Estados Unidos.- La historia de una inmigrante mexicana que vive en Estados Unidos indocumentada, es verdaderamente dolorosa. Cuando tenía 5 años de edad, Wendy Karla fue violada, al pasar de los años y llevando con ella una pesada cruz emocional, decidió huir  hacia Estados Unidos, donde al cruzar la frontera fue victima nuevamente de abuso sexual.

“Mi historia es como la de muchos otros que han llegado aquí: indocumentada, cruzando el río, tuve que pasar ciertas travesías que todos hemos enfrentando. Lo más difícil fue que nos agarró Migración, entonces tuve que regresarme y me quedé totalmente yo sola. Cuando yo tenía cinco años fui abusada sexualmente; en la frontera también tuve abuso”, relata.

El pasado tormentoso de Wendy comenzó a ser superado luego de varios años de estancia en EE.UU, la inmigrante logró casarse y dar a luz a su hija Joselyn, la niña que lograría que Wendy socavara el dolor de ambas violaciones.

“Yo me cuestioné mucho en mi primer mes cómo iba a traer a una persona a la vida cuando yo misma no me sabía cuidar”, precisó Wendy.

Joselyn fue diagnosticada con microcefalia,  un padecimiento neurológico que la mantenía en un estado similar al coma, un buen día Wendy Karla escuchó unas palabras celestiales, que le daban ganas de seguir y vivir “Joselyn despertó”.

A través de terapias energéticas que Wendy realizó durante la permanencia en coma de su pequeña Joselyn, la mexicana logró liberarse de sus cargas emocionales y replicó en la pequeña todas las enseñanzas para rehabilitarla.

“Para mí, ella es mi maestra; más que yo ser la guía de ella, para mí ella es mi guía… Ella me ha enseñado a amar”, expresa la mujer.

Al hablar de familia y migración, Wendy no puede dejar de pensar en su madre y en su padre, de quienes no pudo despedirse antes de emigrar de Ciudad de México, para el momento del viaje era aún el Distrito Federal.

“Mi mamá fue hospitalizada por haberme venido sin despedirme. Desafortunadamente no me despedí de mi familia, simplemente los dejé sin dejarles una carta sobre la mesa. Tuve mi forma de despedirme, yo ya esta decisión la había tomado como dos meses antes, con mi mamá esos dos meses yo traté de estar con ella, de acompañarla en cualquier momento a donde ella quisiera ir… la abracé”, expresa la inmigrante, que hasta la fecha no ha vuelto a ver a los suyos en México.

Con lagrimas en los ojos, Wendy también recuerda a su padre: “De mi papá recuerdo una escena donde tuvimos una fiesta. Me encantaba cómo bailaba él y le pedí, le rogué que quería bailar con él… Era como mi última pieza de baile con él. Desafortunadamente él no estaba dispuesto y sí me dolió. De hecho, él en una llamada me dijo: “Discúlpame, ahora entiendo por qué me insistías tanto en querer bailar conmigo”.

Hoy la vida de Wendy es otra, es sin duda una vida sin tantos miedos, aunque no deja de creer, pedirle y  rezarle a su virgen de Guadalupe. Una imagen de la patrona de los mexicanos está siempre presente en la habitación de su pequeña Joselyn.

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