San Diego – EEUU.- Marcel es el nombre ficticio de un inmigrante guatemalteco, de 27 años, al que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés) mantuvo bajo su custodia, luego de ingresar ilegalmente a territorio estadounidense.
El joven, que por dos meses estuvo recluido en el centro Otay Mesa de San Diego, en California, arribó a Estados Unidos con una herida de bala en la cabeza. A pesar de ello y de los intensos dolores que le ocasionaba la lesión, el indocumentado tuvo acceso esporádico al personal médico del recinto.
En algunas de esas ocasiones, Marcel, quien quiso proteger su identidad para no revelar su paradero a quienes le amenazaron de muerte en Guatemala, sólo recibió pastillas de ibuprofeno.
“Pensé que en este país había buena atención médica, pero no estaba recibiendo ningún tratamiento”, confesó el inmigrante, en declaraciones ofrecidas al diario británico “The Guardian”.
El joven, que logró salir en libertad gracias a la fianza de cinco mil dólares, que pagó con apoyo de la organización Al Otro Lado, aseguró que su padre, un militar retirado, fue asesinado por respaldar al movimiento indígena de su país.
De acuerdo con su relato, la muerte de su progenitor precipitó también la de su madre, por lo que él quedó huérfano, con apenas un año de edad. Esa situación le llevó a las calles, pero también a vivir perseguido por las mismas personas que mataron a su papá.
Consciente del riesgo que corre al estar en Guatemala, Marcel expresa que emigró a Estados Unidos “porque me gustaría, al menos, llegar a los 30 (años de edad)”.