Washington – EEUU.- Venció el plazo y, al no haber un acuerdo, Estados Unidos cumplió con su palabra. Desde este viernes, el gigante norteamericano elevará los aranceles a las importaciones chinas de 10% a 25%.
La subida, que afecta a productos valorados en 200 mil millones de dólares, amenaza con intensificar la guerra comercial que la Casa Blanca libra con Pekín desde el año pasado.
Ante el incremento, China ha anunciado una respuesta de iguales proporciones. El país comunista no ha aportado detalles sobre sus posibles medidas, pero sobre la mesa tiene dos grandes opciones: ralentizar el paso de bienes estadounidenses por sus aduanas u ordenar a sus empresas no comprar productos con el sello “Made in USA”.
A pesar de las tensiones, en Washington continúan las negociaciones entre responsables chinos y estadounidenses. Desde este jueves, el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin, y el representante comercial de la administración Trump, Robert Lihgthizer, conversan con el viceprimer ministro de China, Liu He.
Hasta ahora, las partes han mantenido 11 rondas de contactos. Todas han servido para moldear un acuerdo que aún no se cierra, pero que podría tranquilizar a los negociadores y al gobierno de Estados Unidos.
Desde su llegada al poder, el presidente Donald Trump ha acusado a los asiáticos de jugar con ventaja. No sólo se ha quejado de que la balanza comercial entre su país y China favorece a esa nación, sino que, incluso, ha llegado a señalar a los chinos de violar la propiedad intelectual de empresas y fabricantes estadounidenses.