Las próximas elecciones definitivas de noviembre 7, 2017, tienen dos secuencias trazadas por la Junta Electoral del condado Mecklenburg: las Primarias del 12 de septiembre y 10 de octubre, en las cuales los precandidatos se perfilaban para candidatizarse a la Alcaldía de la Ciudad Reina de Charlotte, a excepción de la alcaldesa Roberts, que lanzó su candidatura para su reelección.
Estas elecciones, al igual que en otras ocasiones en esta ciudad, tienen la importancia de que el electorado conozca por qué tiene que acudir a las urnas a ejercer su derecho político ciudadano, que le permite tener conocimiento de las necesidades de la comunidad y que el Concejo Municipal, discute y aprueba las resoluciones en bien de la Ciudad y Condado, que le permite a nuestros representantes cómo se desarrolla el financiamiento para aplicar las ordenanzas municipales en materia de salud, educación, vivienda, transporte y tasas impositivas por impuestos, entre otros.
Y dentro de esa gama de responsabilidades que conlleva el proceso electoral de la Ciudad Reina de Charlotte, las autoridades a las que se elige, tienen que tener bases sólidas de capacidad y experiencia administrativa en la administración del bien público o un equivalente a esas cualidades ciudadanas. Además, estas aspiraciones tienen que estar acompañadas de dos fundamentos ciudadanos: el primero, cumplir con los requisitos de estar en goce de sus derechos como ciudadanos (as) estipulados con la honestidad. Segundo, que el aspirante a la Alcaldía de Charlotte, haya demostrado un excelente servicio comunitario con el que se haya identificado en la comunidad. Estas dos imágenes ciudadanas le darían una carta de presentación a la persona con la que los votantes escogerían a quién confiar con su voto el destino de la Ciudad.
La importancia y el valor de votar en las elecciones, no es solo una manifestación ciudadana que se ejerce, sino que tiene dos complementos muy serios como son el derecho y deber constitucional que está expresado en elegir y ser elegido; de ninguna manera, la Constitución de los EE.UU., permite ni admite que otros decidan por uno en material electoral, porque su voto cuenta y tiene un valor incalculable dentro del sistema democrático en esta nación, en la que podemos pensar y elegir con libertad como no la tienen muchos países del mundo. Las próximas elecciones, en sus tres etapas, en la Ciudad de Charlotte, tienen que expresarse con un contenido de valor que tengan los candidatos(as), porque de ese principio ciudadano estaríamos cuidando mejor la forma de vida que nos brinda esta hospitalaria y generosa Ciudad Reina, que si no es la perfecta en sus condiciones sociales, es una de las mejores en el sureste de los EE.UU., a la que hay que cuidarla cuando elegimos a nuestros representantes.
Por qué y por quién tenemos que votar, es una conducta de cultura política estadounidense, en la que mayormente se sufraga por personas en un partido y no por éste en un candidato. Priman los intereses nacionales que aunque parezca igual no es lo mismo y que se justifica que aunque sea demócrata o republicano las leyes protegen a todo ciudadano para elegir al candidato con absoluta libertad de pensamiento eleccionario, y de esta manera, una elección no implica una camisa de fuerza electoral, o que haya una obligación para votar so pena de multa ciudadana como lo hay en la mayoría de los países de habla hispana.
Pero lo medular en un sistema electoral no está en tener facultades ciudadanas para elegir o ser elegido, está en acudir a las urnas una vez que esté registrado para ejercer este derecho constitucional. Muy aparte de toda concepción de sufragio, está en lo particular, la votación de los ciudadanos de origen hispano que adquirieron la ciudadanía Americana y se registraron para este acto de elecciones, cuya estadística alcanza a aproximadamente 20 mil registrados pero votan tan solo 2 mil hispanos en Las Carolinas, lo que es preocupante considerarla porque si llegamos a obtener la ciudadanía Americana es para hacer uso de nuestros derechos como americanos, y esto solo se traduce en el acto de votar, porque no podemos ni debemos dejar que otros decidan por nosotros; es ahí, la importancia y la razón de por qué y por quién votar en las elecciones.