Una historia que en la actualidad cobra toda su vivencia, es indudablemente, el pasaje que se resume desde que Cristobal Colón, desembarcó en la isla de Guanahaní el 12 de octubre de 1492, la misma que la bautizó con el nombre de San Salvador; después tocó Cuba y Santo Domingo, que llamó La Española, y subsiguientes otros tres viajes en 1493, 1498 y 1502, de cuyas expediciones descubrió las Antillas Menores, la costa continental (Venezuela) y la costa de América Central, pero que mas tarde, existe el componente histórico, geográfico y cultural de nuestra hispanidad, cuyo carácter genérico de sus pueblos son de lengua y cultura españolas, como un conjunto en comunidad de sus naciones hispanas; pero lingüísticamente el testimonio de escritores latinos como Varron, Pliniio, Quintiliano, y el de San Isidro en el siglo VII, hace suponer que nombres de ciertos productos que se obtenían en la península pasaron al vocabulario latino. No obstante, cuando la lengua y costumbres españolas alcanzaron mayor difusión y aceptación en Europa y fue en los siglos XVI y XVII, especialmente en Francia e Italia.
Pero hay en la historia una guerra entre hispano-norteamericana que se definió como lucha armada con España y EE.UU. (1898), cuando McKinley subió al poder y el apoyo estadounidense hacia los cubanos se endureció, en la que se resume que el desastre de Cavite y Santiago obligaron a España a firmar la pérdida de sus últimas colonias.
Este sencillo manojo histórico después del descubrimiento de América, no solo significa una historia sino una leyenda en nuestra cultura hispana, porque en ella también se anexa nuestro vocablo con el que nos comunicamos en nuestra lengua de Castilla, en nuestro idioma español, el de Miguel de Cervantes, el literato hidalgo Don Quijote de la Mancha, como autor en la lengua castellana, que significa una definición cultural de nuestra identidad hispana.
Hoy, actualidad o modernismo de nuestras historias, no llegan a resumirse porque contienen una inmensa cantidad de valores que son separadas por cada ciudadano de sus países de origen hispanoamericanos, lo que constituye una inagotable investigación literaria de sus historiadores. Pero esa actualidad en nuestras vidas de cada grupo étnico está mas allá de las presentes y futuras generaciones, porque su desarrollo social y cultural está teniendo una nueva forma de vida ante el avance de la tecnología, en la que al momento pensamos y decidimos muy diferentes. Ese cambio, no puede desprenderse de nuestras raíces hispanas pero que seguirá requiriendo de un proceso de adaptación, sin olvidar nuestro punto de partida, en el que nuestros valores están muy por encima de cualquier modernización.
Nuestras raíces son inagotables, porque vienen con una supremacía de valores y principios. La Herencia Hispana, tiene que estar orgullosamente poseída de un alto grado cultural, con la que cada día tenemos que seguir avanzando para aumentar y crecer en su desarrollo intelectual y económico. La aportación, sin límites, de nuestras comunidades de habla hispana, son las que nos permitirán llegar a la meta de una visión futura en el destino de esta gran nación. Hemos aportado y lo seguimos haciendo con mucho honor y dignidad, porque la meta de cada familia de origen hispano, no puede ni debe olvidar que este gran país de libertad y democracia, pertenece al que descubrió Cristobal Colón en 1492; de tal manera que todos los que pertenecemos a la historia de ese descubrimiento somos americanos y después de cada desmembración geográfica, pero no histórica.
Nos han honrado meritoriamente cuando en 1968 el Congreso de los Estados Unidos de America, autorizó al presidente Lyndon B.Johnson, para que proclamara la Semana de la Herencia Hispana, que incluía el 15 de septiembre-fecha en que se celebran las independencias de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua y el 16 de septiembre, México, y el 18 de septiembre, Chile, respectivamente, estos festejos de celebración al Mes de la Herencia Hispana, también están dirigidos a las entidades educativas, para que observen con ceremonias sus actividades propias, y 20 años más tarde, el 17 de agosto de 1988, el presidente Ronald Reagan, reiteró la llamada del ex-mandatario Gerald Ford, para un reconocimiento más amplio de los estadounidenses de origen hispano y para ello el Congreso aprobó la Ley 100-402 que amplió la celebración por un periodo de 31 días al que se denominó Mes Nacional de la Herencia Hispana desde el 15 de septiembre al 15 de octubre, para que los Estados Unidos de America, celebren la cultura y las tradiciones de los países en este país con raíces en España, México y países de habla hispana de Centroamérica, Sudamerica y El Caribe, con la finalidad de rendir honores a los logros de los hispanos/latinos en los Estados Unidos, para lo cual, según fue enmendada la Ley 100-402, quedó autorizado y requerido que el presidente emita anualmente una proclama para designar el ‘Mes de la Herencia Hispana” del 15 de septiembre al 15 de octubre de cada año.