Los últimos acontecimientos acreditados a una crisis social, política y económica en Venezuela, está dejando muerte, sangre y dolor en la mayoría de los venezolanos, que gritan y se desesperan ante una testarudez de un presidente que se niega a reconocer la dura realidad y ante esta verdad, se ha implantado un sistema dictatorial mediante el apoderamiento de todos los poderes del Estado a través del Ejecutivo, en los cuales las garantías ciudadanas se han perdido para los venezolanos.
Comparativamente, entre la dictadura que terminó con M. Pérez Jiménez, derrocado en 1958, la del actual presidente Maduro, es mucho peor, porque en esa época quedaron ciertas libertades ciudadanas con las que se podía todavía caminar y protestar.
Con las del presidente Maduro, no existe espacio político ni social para dialogar, porque esta norma obedece a un modelo Lenninista Marxista con un membrete de “Revolución del Siglo XXI”, cuya obsoleta doctrina quedó al pasado, porque sus bases quedaron fracasadas sin poder redimirlas en el presente siglo.
Hoy, una mayoría de venezolanos ejercen una presión desde las calles, para devolverle a su país Libertad y Democracia, para salvarlo del hambre y la miseria ante la falta de alimentos y medicinas; quizás, queriendo mantener vivo el espíritu libertario del líder Leopoldo López, mártir de una causa que ha proclamado como el mayor sentir de los venezolanos, de los que luchan para resistir y de los que murieron por la Democracia y su libertad; y que a pesar de haberse violado sus derechos humanos, siguen en pie de lucha dentro y fuera de su territorio patrio.
La paz y la libertad siempre tienen un precio en todos los pueblos, pero los venezolanos no tienen una consigna política, tienen el deber ante su patria a defenderla de la tiranía que ha implantado una dictadura el presidente Maduro, con el agravante constitucional que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela no le permite militarizar a la sociedad civil, formando milicias en las calles sin control, con una clase militar subordinada que se ha alejado del derecho de los mandantes, porque cualquier militar es igual a los barrenderos de los municipios, porque ambos sujetos sociales cobran sus sueldos con el dinero que pagan los ciudadanos en sus impuestos.
El mensaje patriótico del luchador venezolano Leopoldo López, hacia un pueblo que no se arrodilla y prefiere luchar en las calles, tragando gases lacrimógenos frente a tanquetas que reprime el derecho constitucional del pueblo, su libertad y su democracia, valen más que todo el tesoro que ha acumulado la corrupción de su burocracia, desde que Chávez enfiló una Cubazuela, pensando reemplazar el liderazgo de Fidel Castro, con miras a contaminar la región a base de las regalías del dinero de los venezolanos hacia muchos países de Latinoamérica y el Caribe, sin pensar el extinto presidente Chávez, que “Patria o Muerte”, solo le dio crédito a su propio funeral, porque del pueblo es la Patria, la del Libertador Simón Bolívar, que eternamente defenderán el pueblo y sus instituciones, aún cuando la vida sea el precio de las libertades del hombre y su democracia con justicia social.
Los daños irreparables y de autoría gubernamental venezolana, ubican al presidente Maduro, con un ilegítimo gobierno, que perdió todo sustento de sus mandantes; al extremo que de un momento a otro, la OEA le aplique la Carta Internacional Americana y las Fuerzas Armadas Venezolanas, le retiren el apoyo militar al presidente Maduro, que es la medida que provoque a que el ciudadano mandatario, convoque a elecciones presidenciales, inmediatamente, en la cual el Defensor del Pueblo, por su naturaleza jurídica, tiene que también invocarla con sentido a los propios Derechos Humanos, que es principio mundial; y en este caso que Venezuela no puede seguir perdiendo más vidas humanas, ni peor teniendo a un pueblo muriéndose de hambre en un país tan rico de la región.