La historia contemporánea ha escrito las grandes hazañas y conquistas sociales de nuestra comunidad hispana. Ha tenido como sustento la unidad monolítica de todos sus componentes de lucha, con el que, indudablemente, hemos escrito páginas doradas que se han enmarcado en los libros de nuestra historia, teniendo como protagonista a distinguidos líderes inmigrantes en territorio de muchos países del mundo.
Esas luchas, han fortalecido al inmigrante, que teniendo un punto de partida, han llegado a un punto de encuentro, desafiando sistemas sociales, idiomas, racismo, discriminación y otras formas de vivir, que han sido y continúan siendo contrarias a sus costumbres y raíces, pero que una fuerza y fe los ha llevado a triunfar, o por lo menos a sobrevivir con su familia.
Y dentro de ese contexto migratorio, los esfuerzos que se hacen cada día para lograr los objetivos, no se plasman, porque están rodeados de muchos factores que deben desprenderse; especialmente, de aquellos que no presentan un mismo concepto de mantener una unidad, que nos lleve a un mismo propósito en bien de las grandes necesidades de la inmigración hispanoamericana, porque ella carece de esa bondad que imperiosamente se requiere.
Los mismos testimonios de quienes participan y son autores para provocar esa unidad, se encuentran decepcionados, ante la falta de presencia en manifestaciones públicas. Este hecho preocupa muy en serio a la comunidad de habla hispana, porque no tienen un sustento de apoyo o solidaridad comunitaria como debe presentarse. Es posible que dentro de este fundamento de apreciación, contenga vacíos de organización, credibilidad organizativa, legalidad; o las marchas a las que se convocan carecen de legitimidad?, cuya interrogante hay que plantearla en el seno de sus organizadores, en el que si hay que deponer actitudes, que sea para las nobles conquistas sociales de los inmigrantes, bajo un lema de principios y respeto a las leyes constitucionales de los Estados Unidos de América, porque este es un tema que no solamente compromete a los inmigrantes indocumentados sino a todos los que migramos a este país, principalmente de nuestra hispanidad.
Supremamente, sí hay que reconocer algunos logros de presencia en ciertas marchas comunitarias, como la de febrero 16/2017, en la ciudad de Charlotte, cuando más de 7 mil personas se apostaron en muchas calles de esta ciudad; pero esa muestra debía continuar, a tal forma que en los siguientes actos crezca su presencia. Sin embargo, esto no sucede como lo demostrado en mayo primero de este año, cuando el número de personas que se esperaba era una multitud en el Marshall Park, y no sucedió así, cuando la prensa estaba preparada para cubrir, supuestamente, esa gran convocatoria, que los que la convocaron no llegaron a satisfacer sus expectativas, con motivo del Primero de Mayo (Día del Trabajo) y agregarlo a “Un Día Sin Inmigrantes”, como este último que sucedió exitosamente en febrero 2017.
Como los resultados aparecen a la vista de estas manifestaciones en la comunidad, es y tiene que ser saludable, convocarse entre sí en sus activistas o líderes, para que reconsideren la forma que hay que convocar a la comunidad inmigrante que continúa siendo vulnerada en sus derechos constitucionales; pero estos factores de orden social contienen vacíos de organización, que hay que corregirlos, para que sus luchas estén respaldadas en toda una magnitud; específicamente, para el sector de inmigrantes indocumentados, que prefiere una reunión de “jaripeo” antes que apoyar circunstancias que a ellos mismos les afecta, porque no se ha trabajado con esa gran mayoría que necesita educación y orientación migratoria.