Con la asunción al poder, el presidente Donald Trump, inició sus primeros complicados 100 días de gobierno y dentro de éstos, dejando descontento social en sus propios partidarios y de los que también no comparten su política implementada desde la Casa Blanca.
Al haber firmado órdenes ejecutivas en temas migratorios, despertó un rechazo millonario de personas en casi todo el país. Las calles siguen teniendo presencia de múltiples manifestaciones en contra del mandatario estadounidense Trump, en las que se alegan hasta de su legitimad presidencial, y que esta inconformidad ha cruzado fronteras hacia otros países de América, Asia y Europa, que agrava cada día la imagen del mandatario norteamericano; y que además, se suma hasta de sus mismos funcionarios que no comparten su política con desigualdad social migratoria.
El descontento social en la población estadounidense, ha llegado a inyectar a líderes y organizaciones en una gran cantidad de grupos étnicos, entre los que se cuenta el de inmigrantes hispanos/latinos, que alzan sus críticas y voces en defensa de millones de indocumentados que no cometieron delitos en este país, y que por supuesto, nadie quiere defender a criminales o antisociales que residen en territorio estadounidense; al contrario, una medida de depuración inmigratoria es saludable, porque en la casa de su dueño no tienen que tener techo los criminales, que lastimosamente, han sido castigados, en muchas ocasiones, por injusticias de malas políticas sociales en sus países de origen, en los que han traficado con el hambre y la ignorancia de sus habitantes.
El despertar de las organizaciones de todo nivel, no es ni ha sido una novedad de reclamos migratorios, si no que en esta ocasión, es de un grado muy preocupante para el mandatario Donald Trump, porque tiene un concepto muy definido y desafiante. Se trata de que hoy la actualidad política-migratoria, ha dejado a un lado asuntos muy importantes como la economía o la salud. El tema migratorio por las medidas ejecutivas firmadas por el presidente Trump, va más allá de otras espectativas nacionales. Hay un delicado asunto que hay que analizarlo con resultados sociales y económicos que nuestra sociedad tenga que admitir o aceptarlos, porque precisamente requiere que el presidente Trump, aprenda la psicología que tiene la ciencia política para ser capaz manejarla en esa línea, y que como es obvio, él carece de esa propiedad elemental en política nacional o internacional. Quizás, sus intenciones no sean tan malas pero tienen que tener un sustento jurídico que no afecte los intereses del pueblo, porque éste no es de un solo partido político sino de un conjunto de decisiones de una nación que la protege su Constitución.
Es posible que este descontento social, muy generativo en el país, encuentre una vía de diálogo, porque las organizaciones y sus líderes como representantes, ya tienen trazada una meta, el desafío, ante una resistencia persistente, que está apostando a no poner ni un paso atrás en esta trascendental y maratónica conquista migratoria para inmigrantes, que sufren las violaciones de sus derechos civiles, a título de cumplir ofertas de campaña y despojar sueños irrenunciables de trabajadores y honrados inmigrantes en América, que llegaron para hacer más grande esta nación, que les da el privilegio de manifestarse con una filosofía americanista, de no ceder en sus sanas aspiraciones para defenderlas con un “ni un paso atrás”, con este desafío y persistente acoso presidencial.