Por: Julio Ligorría, ex-Embajador de Guatemala ante Estados Unidos/
Se sigue especulando sobre el nombramiento para Secretario de Estado del Presidente electo de los Estados Unidos de América, Donald Trump. Tras su elección, se han publicado rumores de posibles candidatos, algunos muy serios como, el Senador Bob Corker, Presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, hasta unos un poco mas pintorescos como Newt Gingrich o el propio Rudy Giuliani. Incluso se ha especulado con la posibilidad que el excandidato presidencial Republicano, Mitt Romney, quien no apoyó a Trump durante su campaña, fuera un candidato a liderar la diplomacia estadounidense.
El nombramiento del futuro Secretario de Estado genera una atracción internacional importante, pues como principal asesor del Presidente de los Estados Unidos en temas de política exterior, dicho funcionario tiene una función fundamental en el futuro de los Estados Unidos y de aquellos países que tienen vínculos cercanos con la nación norteamericana. Esta atracción se torna en un interés mayor cuando se discute adentro de países que gravitan alrededor de la potencia mundial y sobre todo, el día de hoy, por la tensa situación política que atraviesa Estados Unidos tras la elección y la incertidumbre que esta generando en el mundo.
Por lo tanto, muchos participamos de la especulación y la danza de candidatos y pocos nos preguntamos ¿qué características debería de tener un Secretario de Estado en este contexto nacional e internacional tan polarizado? ¿Hay algún candidato fuera del espectro político actual que pudiera ejercer esta función con criterio, liderazgo y con respeto por las naciones amigas? Pero sobre todo, con el temple necesario para defender los intereses de Estados Unidos y matizar la retorica abrasiva del Presidente electo Trump.
Pero también se menciona en la lista corta de los candidatos evaluados por el Presidente electo Trump a alguien que conocí hace algunos años. Un General del Ejército Norteamericano que recorría los pasillos del Congreso de Estados Unidos en su pulcro uniforme con la misma habilidad de los más astutos lobistas. Se reunía con Demócratas y Republicanos y todos lo respetaban por su profesionalismo, su inteligencia, su conocimiento de las necesidades e intereses de los Estados Unidos, pero sobre todo por su conocimiento de la situación “en el terreno”. Durante esa época, lideraba el Comando Sur de los Estados Unidos y la crisis humanitaria de los menores no acompañados llegando a la frontera sur de Estados Unidos, ponía a su Comando en la palestra de la política exterior estadounidense.
Este militar es el General John F. Kelly, nacido en Boston, Massachusetts y educado en la Escuela de Oficiales de los Marines, terminó su carrera al mando del Comando Sur de los Estados Unidos y tuvo una excelente carrera militar. Además de sus habilidades al mando de unidades militares como la Fuerza de Tarea Trípoli y sobre todo al comandar la Primera Fuerza Expedicionaria de los Marines, uno de los brazos armados de mayor roce e importancia en las múltiples batallas en las que ha participado Estados Unidos recientemente. Asimismo, tuvo oportunidad de trabajar el ámbito político de su profesión al ser nombrado Asistente para Asuntos Legislativos del Comandante de los Marines en 2007 y tras servir como el Asesor Militar Senior del Secretario de Defensa en 2011.
Estas etapas prepararon al General Kelly de manera extraordinaria para su trabajo en Southcom en donde mostró que la mejor manera de ayudar a su país, fue ayudando a sus aliados. En Centroamérica, el General Kelly, visitaba regularmente a los Presidentes de la región para conocer sus necesidades y respondiendo a ellas, promovía los intereses estadounidenses en la región. Fue uno de los funcionarios de mayor confianza del Congreso estadounidense y fue de los pocos que se encargó de asegurarse que los congresistas viajaran a los países para entender de primera mano las necesidades. Sin saberlo, hacía una labor diplomática y de canalización de mensajes e intereses en donde todos se sentían partícipes de un objetivo común. Su mayor virtud, su capacidad de escuchar. Su mayor limitación, el poco tiempo que estuvo al mando de SOUTHCOM. El General Kelly también entiende perfectamente los otros escenarios difíciles que Estados Unidos enfrenta en el mundo, sobre todo en Oriente Medio, donde trabajo de la mano con los iraquíes para fortalecer sus capacidades.
En estos tiempos que los estadounidenses además de funcionarios necesitan referentes, el General Kelly es en mi opinión uno de esos excelentes exponentes del liderazgo, la cultura estadounidense y de los verdaderos valores de ese pueblo: trabajo incansable, respeto a la ley, a la libertad y a sus aliados. Su selección sería una buena noticia para el mundo y Latinoamérica.