sábado, enero 4, 2025

Los Angeles se llena de alegría con convención de payasos

Eso estuvo más que claro esta semana que se realizó una convención de payasos en Los Ángeles, con 60 animadores de distintos países de Latinoamérica que llegaron para afinar sus habilidades, aprender otras y reírse de lo lindo mientras compartían éxitos y anécdotas.

“Hay mucha unión entre los payasos latinos”, dijo Jorge Valiente, “Pinky the Clonwn”, un peruano que lleva 10 años compartiendo el arte de la felicidad y la comedia en Estados Unidos.

“Este arte es para las personas que aman el payaso. Hay muchos que se equivocan pensando que maquillándose el rostro ya son payasos. Hay que entregarlo con alma, corazón y vida”, expresó.

Lo mismo opinó Alma Lemus, la “Payasita Candy” que lleva más de 22 años en esta industria.

“Ser payaso es brindar sonrisa, mover corazones, crear alegría, llevar un mensaje”, dijo ella.

El payaso Luigi hace malabares en la Convención de Payasos. El evento incluyó talleres en actuación, malabares, expresión corporal, maquillaje, como pintar caritas, y globoflexia.
Durante los cuatro días que duró la Convención Internacional de Payasos en el Este de Los Ángeles, hubo talleres de actuación, de malabares, de expresión corporal, globofexia y pinta de caritas, entre otras.

“Hay muchos que aquí han encontrado el personaje que ellos buscaban, han descubierto técnicas que no podían usar”, dijo Lemus, quien recalcó que los payasos nunca dejan de aprender, pues los tiempos, las sensibilidades y la comedia cambian.
“Entre más técnicas tengas, más profesional eres”, señaló. “Tratamos de que la gente se sorprenda de una manera positiva con nosotros”.
Y aunque los niños no cambian, la tecnología sí y por eso “es muy difícil sorprenderlos porque en Estados Unidos los niños tienen todo”.

“Yo he llegado a la conclusión que menos es mas”, dijo y explicó que a veces “sacas un trompo y eso les gusta” porque es algo con lo que no suelen jugar o ni siquiera han visto.

La convención incluyó talleres en actuación, malabares, expresión corporal, maquillaje, como pintar caritas, y globoflexia.
“Cuando yo voy a un show y veo que están con un celular, yo de repente les digo vamos a empezar el show, manos libres y empieza la acción, el que se aguante se va llevar un premio”, dice la payasita “Bibbi” de cómo enfrenta el problema de la tecnología.

“Lo que importa es que se lleven una memoria bonita de la payasita”, agrega. “Es importante que la gente siga creyendo en los payasos porque nosotros regalamos risas, amor, muchas cosas que la gente no se da”.

Para Carolina Medina “Curly the Clown”, la importancia del payaso, más allá de la alegría que representa, es que “el payaso vuelve a traer la imaginación en la mente de un niño. La computadora no te deja expandir tu arte imaginario y el payaso sí”, dijo esta asistente de maestra procedente de Nueva York.

Detrás de cada cara pintada, una historia
Elizabeth Ortega se hace llamar “Fresibu” en honor a su trabajo – campesina recogedora de fresas en Oxnard California y al payaso que fue su padrino en este arte.

Oriunda de Ecatepec, México, esta joven madre dice que le gusto esto de la payaseada porque “uno pasa por momentos difíciles, pero hay que sacar otra cara al mundo”.

Esa cara es una de alegría y diversión para los chiquitines, a pesar de tener un esposo enfermo e hijos que mantener.

“Para mi ser payaso es llevar alegría”, dijo. “El payaso lleva los niños a otro mundo que no es el real, las risas, las carcajadas”.

“Yo le pido a la gente que no critiquen al payaso porque es de bendición para la vida, para la gente, para los niños y adultos”, expresa.

Elizabeth Ortega ‘Payasita Fresibu’ de Oxnard. (Aurelia Ventura/ La Opinión) Elizabeth Ortega ‘Payasita Fresibu’ de Oxnard. (Aurelia Ventura/ La Opinión)
Hay payasos que se hacen, otros que nacen
José Alfredo González Rodríguez “Joselín” prácticamente ha sido payaso toda su vida.

Comenzó a trabajar a los 8 años de edad en Lagos de Morelos, Jalisco junto a su padre.

“Éramos ocho hermanos y él necesitaba sacar un poco mas de solvencia económica y empezó con un amigo a presentarse como payasos hasta que tuvieron una discusión y yo le dije que le podía ayudar”, dijo.

Ya antes había empezado a acompañarlo a las fiestas y “me gusto que era el centro de atención”, agregó.

Carolina Medina ‘Curly the Clown’ de Nueva York. (Aurelia Ventura/ La Opinión) Carolina Medina ‘Curly the Clown’ de Nueva York. (Aurelia Ventura/ La Opinión)
“Joselín” trabaja en la cocina de un restaurante en Chicago, Illinois, pero “en mi otro trabajo yo soy mi propio jefe y nadie me regaña”, dice.

“Necesito ir a divertir y ese es mi reto y hasta ahorita, gracias a la gente que me sigue contratando, lo sigo haciendo”, expresa.

Para él “es como la magia ponerte la nariz roja”.

“Es como ‘maquíllate el corazón y ponte una nariz roja también en tu corazón’”, explica de la transformación que sufre al tomar su personaje.

“Si el payaso no es parte de ti, si no lo mimas, no lo enseñas, no lo llevas dentro , no eres nada”, sentenció.

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