jueves, diciembre 26, 2024

50 segundos de devastación en Ecuador

Por: Ronald Campoverde Laje/ Reportaje Especial.

Quevedo, Ecuador.- El olor a muerte se confunde entre los cadáveres, la basura y las cloacas. Es como si estuviéramos dentro de una morgue gigante. Por las noches, los ‘fantasmas’ te hablan al oído. “Tienes comida, regálame agua, necesito pañales, ayúdame…”, son los susurros que en tu mente se originan cuando caminas en medio de las ruinas de lo que un día fue el casco comercial de los cantones Portoviejo, Manta y Pedernales, todos de la provincia de Manabí. Este último quedó completamente en tinieblas. Sigues escuchando voces, nadie está a tu lado. Se te eriza la piel.
Son innumerables las sensaciones que puedes sentir y no hay palabras para describir la devastación que ha dejado el bestial terremoto de la noche (18:52) del sábado 16 de abril de 2016. El epicentro fue Pedernales y, según el Instituto Geofísico del Ecuador, de intensidad 7,8 en la escala de Ritcher.
En esta población hay más muertos que vivos. La mayor parte de las casas tienen avisos de demolición. El 80% debe ser derribado y el Cuerpo de Ingenieros del Ejército trabaja en esas labores.
De acuerdo al catastro municipal desaparecerían 10.000 de las 14.000 viviendas que existen. Pedernales prácticamente deberá empezar de cero. Eso lo sabe bien la familia Andrade Zambrano.
Ellos son un grupo de cinco sobrevivientes: mamá, papá y tres hijos. Dos días después del terremoto decidieron migrar al cantón Quevedo, provincia de Los Ríos. Lo han perdido todo.
A la hora del sísmo estaban en la puerta de la casa. Lograron salvarse porque caminaron hacia la calle. La vivienda colapsó. Todos se abrazaron, lloraron, se besaron. “Escuchábamos gritos, todos corrían, fue horrible, pensamos que era el fin del mundo”, contó Lilibeth Andrade mientras sus lágrimas ruedan por el rostro y sus brazos tiritan. Pensar en el futuro es algo que los abruma.
En total son siete familias a las que Carolina Marquines Carriel les ha dado posada. “Mi esposo es militar, cuando mi suegra me contó lo ocurrido les brindamos el apoyo pero en total son 22 personas. Creo que necesitaremos ayuda”, reflexionó la mujer.
Luchan por reponerse
En la capital manabita la algarabía del alegre paso de vehículos, comerciantes ambulantes y de la música para atraer clientes, ha sido reemplazado por el sonido de los motores de retroexcavadoras y volquetes. Trabajan en la remoción de escombros.
En la avenida Pedro Gual, una de las principales arterias de Portoviejo, se aprecia un panorama de destrucción. Vehículos aplastados, edificios caídos,

rumFOTO-1.1copyas de bloques y fierros retorcidos. Los rescatistas dan su mayor esfuerzo. La falta de agua y víveres llevó a que los cuatro primeros días la desesperación genere saqueos. Carlos Pincay contó que no ha dormido por tres días. En realidad no ha dormido ninguno. Se la pasa cuidando lo poco que le queda en la calle Francisco Moreno. Su familia está conformada por seis personas y pernoctan en una de las aceras. Su casa no colapsó pero sí sufrió daños en la mayoría de paredes. Es más que seguro que tendrán que demolerla.
“No sé qué voy hacer. ¿No tienes pañales o leche? (me pregunta) Es que mi bebé… mi bebé no se está alimentando (rompe en llanto)”.
En la Nueve de Octubre las máquinas continúan levantando ruinas de lo que fue una ferretería y un local de zapatos. De allí el jueves rescataron a tres víctimas. Todos sin vida. Los familiares gritan, insultan a los que están alrededor sacando fotos con los celulares, les hablan a sus muertos… no les escuchan.
Las personas ya empiezan a usar mascarillas. Se protegen del polvo y del olor nauseabundo que emanan algunos edificios. El miedo a una epidemia y a los continuos temblores acrecientan el terror. Los coliseos y parques se convirtieron en albergues.
Los rescatesFOTO-3copy FOTO-4copy

 

 

 

 

Hernan-OchoacopyEl comandante de la brigada del Cuerpo de Bomberos de Manta, Hernán Ochoa, recordó que el trágico día fueron los primeros en llegar a la ‘zona caliente’ de la devastación: el edificio Navarrete. Allí funcionaba una papelería. Se rescataron 87 cuerpos y más del 50% estaban sin vida. Lo que nunca se le olvidará será lo que sucedió después.
A eso de las 04:00 del domingo, un grupo llegó hasta la calle 8 y la 21. Cinco se habían fusionado (una encima de otra). Los rescatistas encabezados por Ochoa y Guillermo Torres, jefe del Departamento de Voluntarios de Manta, ingresaron por un hueco y observaron que pedían ayuda dos niñas (de 6 y 7 años) y posiblemente su madre. “A una de las niñitas yo le prometí que si se dejaba sacar le llevaba a comer un ceviche. Ella estaba tan asustada que se resistía a darme la mano. De broma en broma fue confiando en mí, incluso le dije: ¿estás casada?”, contó Ochoa.
Agregó que todo el trabajo de rescate duró aproximadamente cinco horas. De una en una las fue sacando. “Hay cosas que a uno lo marcan. Cuando volvimos por la tercera (respira profundo)… Ya estaba muerta”. Hernán no logró terminar de contarlo y empezó a recriminarse. Lloraba como si se tratara que un familiar propio. Se fue alejando y murmuraba: “Vamos (los bomberos) a necesitar un psicólogo”.
Transcurría la madrugada y en el sector Miraflores un edificio de cuatro pisos colapsó. Había quedado sentido tras el movimiento telúrico.
“Una familia de cinco personas falleció porque quedaron aplastadas. No las pudimos sacar, todo era loco. Necesitábamos maquinarias en todos lados. No pudimos, las réplicas dificultaron el trabajo”, agregó Guillermo Torres.
‘Es un honor ayudar’
Jenny Muñoz es operadora de una pala mecánica. Tras el terremoto fue enviada por la compañía Ciudad Rodrigo para que colabore en el rescate de personas (muertas y vivas) en el hotel Panorama, Miami y en la papelería del edificio Navarrete.
“Es un honor poder ayudar pero en realidad estoy bastante consternada por lo que ha pasado”, comentó la joven de 28 años de edad.
Con su casco, botas y un peluche en su cabina trabaja de 07:00 a 19:00. Hay dos turnos. Es admirada por su compañeros de labores por la fuerza de voluntad y valentía que tiene en estos momentos.
Cada vez que intenta dormir no deja de pensar en la familia de tres personas que halló abrazada y muerta en el Miami. “Ellos intentaron refugiarse pero al final no lograron salvarse”, recuerda con tristeza. Sus ojos se enrojecen, traga saliva, llora, se suena la nariz.
“La vida tiene que continuar. Hay que agradecerle a Dios por estar vivos, estas cosas a uno lo marcan. Quisiera decirles a las personas que se han visto afectadas que se resignen, Dios les dará fuerza. A las personas que no hemos perdido a nadie, que mantengamos la calma y si tienen como ayudar, hoy es el momento”, indicó Jenny, quien es oriunda de Calceta.
Apoyo internacional
La parroquia Tarqui es la zona más afectada de la ‘Capital pesquera del Ecuador’. Están ubicados un sinnúmero de hoteles que hoy han quedado en ruinas. El escenario se asemeja a un pueblo bombardeado. Cintas plásticas de seguridad, piquetes de policías y militares delimitan la destrucción.
Caminando entre el apocalíptico panorama encontramos a un equipo especializado de 17 rescatistas hondureños enviado por la Comisión Permanente de Contingencias (Copeco), algo parecido a la Secretaría de Gestión de Riesgos del Ecuador. Con diminutas cámaras y micrófonos intentaban hallar a personas bajo los escombros.
El coronel Marco Antonio Artica, jefe de la Brigada de Búsqueda y Rescate, contó que su grupo ya estuvo en numerosas catástrofes naturales como la de Haití y El Salvador, aunque su fuerte son las inundaciones.
“El trabajo es duro, nos sentimos fatigados pero siempre con el ánimo de poner nuestro granito de arena”, mencionó Artica, enfatizando que llegaron con sus propias provisiones para subsistir (víveres y agua) durante cinco días.
Gustavo Munia, quien maneja el equipo de monitoreo, aconsejó no acercarse a las edificaciones agrietadas debido a las continuas réplicas. “Ecuador está en continuo movimiento, hay que estar alertas”, dijo.
Dependiendo de las necesidades y apoyo del país continuarán laborando en los lugares devastados.
Mediante un comunicado la Cancillería informó que llegaron rescatistas de todas partes del mundo. Entre ellos: Argentina, Bolivia, Colombia, México, Perú, Cuba, Francia, Eslovaquia, Hungría, Italia, Noruega.
También arribó la Unidad Militar de Emergencias (UME) del Gobierno español junto a un equipo de respuesta inmediata de la comunidad de Madrid. Ellos han conformado la agrupación táctica denominada ‘Ecuador’. Las 67 personas que lo conforman son especializados en rescates urbanos. También llegaron con canes entrenados.
El jefe de la UME, teniente de navío Aurelio Soto, dijo que si tiene algo que resaltar es la fuerza que han puesto los ecuatorianos por salir adelante. Ese apoyo emocional es el que les anima a seguir.
“Mira, desde que salimos del aeropuerto de Barajas la gente nos preguntaba: ¿vais para Ecuador? Mucha suerte, un abrazo. Entonces uno percibe el aprecio y nos anima a seguir. Hemos visto que la vida aquí sigue y eso es importante. Nosotros queremos participar de esa vida”, mencionó Soto.
De acuerdo con la última información publicada por el Instituto Geofísico se han registrado hasta los momentos más de 600 réplicas.
Durante la noche del jueves 21 de abril, las provincias de Manabí, Esmeraldas, Los Ríos y las ciudades de Santo Domingo, Quito y Guayaquil se estremecieron con tres sismos de magnitudes 6,1; 4,0 y 5,0 en la escalda de Ritcher.
Es probable que durante las siguientes semanas continúen los movimientos telúricos. La mayoría con magnitudes entre 3,5 y 5,0. En algunos casos podrían llegar a grados superiores a 6,0.
Hasta entonces, centenares de convoys con víveres y equipos médicos se distribuyen en las zonas afectadas. La solidaridad se mezcla con el drama de quienes lo han perdido todo, en tan solo 50 segundos.
Bomberos de Quito rescatan a 99 personas
Miembros del Cuerpo de Bomberos de Quito han rescatado 99 personas con vida en diferentes puntos afectados.
Según el Municipio de la capital, 100 efectivos se han movilizado hasta la provincia de Manabí para realizar labores de búsqueda y rescate de personas y animales en medio de los escombros.

Uno de los rescates que más impresionó fue el de tres personas que permanecían atrapadas entre el techo y piso de un centro comercial que se desplomó en Manta.
Los bomberos hicieron cortes en la pared y trama metálica que soportaba la construcción. Después abrieron un triángulo de unos 70 centímetros y extrajeron a una mujer. Más tarde lograron sacar a otra con su rostro contraído por el dolor y finalmente a un hombre. Los tres fueron trasladados a hospitales cercanos.
Muere un héroe canino
La mañana del viernes, los bomberos de Ibarra lamentaron la pérdida de ‘Daiko’. En su cuenta de facebook, donde hicieron pública la noticia, escribireron: “Gracias Dayko por tu labor heroica en Pedernales y en las diferentes emergencias a las que acudiste, dejas en alto a la Unidad K9”.
‘Dayko’ era labrador de 5 años de edad que falleció a causa de un paro cardíaco, presuntamente producto del cambio de temperatura. El calor de Pedernales, que se aproximó a los 30 grados, descompensó al can, que se puso mal en el camino, tras el cambio de Costa a Sierra.
El perro contaba con certificaciones nacionales e internacionales y en su última misión encontró 3 cadáveres. Los escombros de la devastada Pedernales no impidieron que su sentido del olfato llegue a los cuerpos inertes.
CIFRAS
655 FALLECIDOS.
17.638 HERIDOS.
155 DESAPARECIDOS.
20.000 DAMNIFICADOS.

FRASES
“Tienes comida, regálame agua, necesito pañales, ayúdame…”, son los susurros que en tu mente se originan cuando caminas en medio de las ruinas.

“Escuchábamos gritos, todos corrían, fue horrible, pensamos que era el fin del mundo”.

“No sé qué voy hacer. ¿No tienes pañales o leche? (me pregunta) Es que mi bebé… mi bebé no se está alimentando (rompe en llanto)”.

“Hay cosas que a uno lo marcan. Cuando volvimos por la tercera (respira profundo)…”. Ya estaba muerta. Hernán no logró terminar de contarlo y empezó a recriminarse.

 

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