Gloria y Emilio Estefan, José Andrés, Lalo Alcaraz, Steve Montenegro, Alfredo Quiñónez, Julio Zúñiga, Mark Hugo López, Joel Zúñiga… Todos ellos tienen algo en común: son inmigrantes o hijos de inmigrantes que vinieron a Estados Unidos en busca del “Sueño Americano”. Para conseguirlo han trabajado duro y otros van en busca del mismo objetivo. Y tienen algo más que los identifica incluso más allá de las fronteras: sus vidas, sus carreras y sus esfuerzos están dejando huellas en Estados Unidos.
Todas estas figuras participan en el proyecto «LatiNación», programa conducido por la periodista María Elena Salinas que será transmitido hoy sábado 5 de marzo a partir de las 8PM Este /7PM Centro por la cadena Univision. Ellos cuentan sus historias de inmigrantes, sus esfuerzos, sus luchas, dedicaciones y sacrificios para alcanzar el llamado “Sueño Americano”.
“LatiNación: La huella hispana de Estados Unidos”, pone en contexto el impacto causado por de la comunidad latina en la sociedad estadounidense y resalta sus aportes en la economía, la cultura y las empresas. Y muestra además que el éxito es posible, sobre todo si quienes se han convertido en ciudadanos ejercen sus derechos, se inscriben y participan acudiendo a las urnas electorales.
«No somos una minoría»
“Los 55 millones de hispanos no somos una minoría”, advierte Mark Hugo López, director de estudios hispanos del Pew Research Center. “Somos la fuerza laboral con mayor crecimiento en el país”, agrega.
No solo los hispanos se han convertido en la principal fuerza laboral de la nación. “Los latinos de Estados Unidos tienen un poder económico cifrado en $1.5 billones de dólares”, dice Angélica Gutiérrez, profesora de administración de empresas y un ejemplo de juventud exitosa.
“Si fueran una nación independiente”, añade, “los colocaría en el sitio 12 entre las mayores economías mundiales”.
Fórmula de éxito
Para conservar los éxitos y alcanzar nuevas metas, Gutiérrez menciona la importancia de “aumentar el nivel educativo de los hispanos”, y simultáneamente disminuir la deserción en las escuelas. Sin estudio las oportunidades disminuyen, y también el peso de la comunidad, acota.
“Tenemos mucho, mucho trabajo por hacer”, reconoce Christian Ávila, un coordinador de la organización Mi Familia Vota. “Este año se nos viene con bastante trabajo, pero también sabemos que trae bastantes oportunidades para que nosotros (los latinos) tengamos un mejor futuro, mejor educación y mejores oportunidades de trabajo”.
“Y éste (2016) tal vez traiga un mejor estatus migratorio y eso está en nuestras manos”, señala, refiriéndose a la reforma migratoria y el futuro de 11.3 millones de indocumentados que no tienen papeles.
En Estados Unidos viven 57 millones de latinos. De ellos, hay aproximadamente 25 millones de personas nacidas en el extranjero que forman parte de la fuerza laboral, alrededor de la mitad de ellos son inmigrantes hispanos y muchos laboran en el campo sin documentos, dice el Departamento de Trabajo (DOL, por su sigla en inglés).
Son los indocumentados la mayor preocupación de la comunidad latina porque la mayoría de ellos tienen familia en Estados Unidos. El Consejo Nacional de La Raza (NCLR, por su sigla en inglés), cita como ejemplo que entre 4.5 y 5 millones de niños estadounidenses tienen uno o dos padres indocumentados.
Y en lo que va de la Administración del presidente Barack Obama, la Oficina de Inmigración y Aduanas (ICE, por su sigla en inglés) ha deportado a más de 2.5 millones de indocumentados y en promedio más del 41% de ellos no tenía antecedentes criminales que amenazaran la seguridad nacional.
De acuerdo con el último dato de ICE, durante el año fiscal 2015 fueron deportados 235,413 indocumentados, lo que equivale a 645 personas diarias, 26.8 individuos cada hora, cifra que tiene a los extranjeros sin papeles con los nervios de punta, y a sus familias con el alma en un hilo.
Trabajo invaluable
El chef español José Andrés, uno de los cocineros más famosos del mundo y que llegó a Estados Unidos con apenas $50 dólares en el bolsillo, hoy en día tiene 21 restaurantes y su fama sigue creciendo dentro y fuera de las fronteras.
Andrés no olvida sus comienzos y no deja de agradecer por sus éxitos a la colaboración de decenas, cientos de trabajadores inmigrantes que faenan en la industria de la comida, los restaurantes, en los campos y los supermercados.
“Dependemos de ellos para poder seguir alimentándonos”, dice. “Pero de alguna manera no queremos reconocer que están. Son los fantasmas que ahí están (…) Con esa retórica de ‘no queremos inmigrantes’, parece que el mundo va mejor. No, yo puedo seguir teniendo mi negocio, yo puedo seguir comiéndome una ensalada” mientras las cosas sigan tal y como están, previene.