Por: Francisco Miraval.
Desde hace años asisto a clases en una cierta institución terciaria y la semana pasada, cuando fui para el inicio de las clases, descubrí que, a pesar de haberme inscripto a tiempo, mi nombre no figuraba en “el sistema.” El asunto no me pareció tan importante y en definitiva decidí tomar la clase en alguna otra ocasión.
Luego, dos días después, recibí un mensaje de la compañía de teléfonos que uso con una oferta bastante buena. Pulsé el enlace para entrar en mi cuenta y escribí el nombre de usuario y contraseñas correspondientes, pero un mensaje automático me indicó que había un error.
Llamé a la compañía de teléfono y la persona que me atendió que me explicó que yo no estaba “en el sistema”.
Otra vez tuve esa sensación de no existir por no ser parte del “sistema”, esa misteriosa entidad ahumana, inhumana, antihumana o transhumana que rechazó mi existencia dos veces en la misma semana.
La preocupación se profundizó al enterarme que en poco tiempo robots inteligentes van a poder leer el pensamiento de los seres humanos y saber no sólo lo que estamos pensando, sino también lo que antes hemos pensado. Y según la Agencia de Proyectos e Investigaciones de Defensa Avanzada (DARPA) de Estados Unidos. próximamente habrá una conexión neuronal directa entre el cerebro humano y súper computadoras.
El sistema, entonces, es real y sigue expandiéndose, aunque me cuesta aceptarlo y entenderlo.