Londres – Inglaterra.- La renuncia de la primera ministra Theresa May se hace efectiva este viernes. La gobernante, que llegó al cargo para suceder a David Cameron, se mantendrá en el puesto, de forma interina, hasta que su partido, el Conservador, logre designar un relevo.
Desde 2016 su gestión giró alrededor del “Brexit”, de hecho su gran – y única – promesa era la de alcanzar un acuerdo de separación de la Unión Europea (UE), que satisficiera los apetitos de sus colegas parlamentarios.
No obstante, tras casi tres años como ocupante del la residencia número 10 de Downing Street, la discreta hija de un vicario anglicano no consiguió su cometido.
En 2017, con ánimos de ganar legitimidad, se sometió a unas elecciones generales anticipadas, en las que terminó perdiendo la mayoría con la que arribó al poder. El revés no sólo la dejó en desventaja numérica, sino que dificultó, cada vez más, la aprobación de su Acuerdo de Retirada, un pacto que cerró con Bruselas y que pretendía funcionar como marco legal para el divorcio entre Reino Unido y la UE.
Aquel texto fue considerado hasta en tres oportunidades por la Cámara de los Comunes. En ninguna de las ocasiones hubo cambios o propuestas de enmienda que llenaran las expectativas de los legisladores. Intento tras intento, May cayó en una espiral que dejó en evidencia su incapacidad para saciar las demandas de la Cámara Baja.
Con el desgaste de su capital político y de su capacidad para negociar, vino la pérdida de apoyos. Hacia el final de su mandato, la Primera Ministra se quedó sin el respaldo de su bancada y ello le obligó a aproximarse a la oposición, encarnada por el Partido Laborista.
Pese a sus esfuerzos y bien intencionadas ofertas, Jeremy Corbyn, actual líder de la tolda proletaria, optó por no ceder ni un paso. Seguro de que la caída de May era sólo cuestión de tiempo, el dirigente se limitó a esperar, escudándose en la excusa de que la gobernante había perdido su margen de maniobra y, por supuesto, sus facultades para honrar los compromisos adquiridos.
Sabiéndose sola, Theresa May le plantó cara a la realidad. El pasado 24 de mayo, la segunda mujer en asumir las riendas de Reino Unido comunicó su dimisión. De inmediato, el anuncio desató una guerra intestina dentro de las filas del Partido Conservador.
Actualmente, una docena de “tories” se han presentado como candidatos para ser el próximo Jefe de Gobierno de los británicos. Entre ellos hay personalidades extremistas como la del ex ministro de Asuntos Exteriores, Boris Johnson, quien ha dicho que Gran Bretaña abandonará la UE con o sin un acuerdo. Sin embargo, los más moderados creen que es posible volver a la mesa y renegociar los términos de la separación, aun cuando la Unión Europea ha dicho que algo así no es probable.
Con todo, no será sino hasta el 22 de junio cuando se conozca el nombre del político que sucederá a Theresa May. El designado deberá heredar el fracaso de su antecesora, pero también tendrá que luchar contra el tiempo. Aquel que resulte electo contará con poco más de tres meses para concretar lo que May no pudo hacer en dos años, diez meses y 11 días de gestión. La escisión definitiva entre Reino Unido y la UE se hará oficial a partir del 31 de octubre de 2019.
