La señora X y su hijo de cinco años de edad fueron deportados este miércoles a Honduras después de 504 días privados de libertad en un centro de detención en Pennsylvania esperando una respuesta a una petición de asilo por miedo a volver a su país.
Esta inmigrante forma parte de un grupo de madres detenidas en el centro de detención de Berks, las llamadas ‘Madres de Berks’, que el año pasado se pusieron en huelga de hambre para pedir su libertad mientras las cortes de inmigración resolvían sus casos. Ahora es una más de las muchas inmigrantes con hijos que son devueltas a su país tras no haber conseguido protección en EEUU. Sin embargo, en esta oportunidad el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) hizo algo muy poco común: desveló su nombre verdadero en el comunicado en el que confirmó su deportación. Un hecho que ha causado la indignación y el miedo de las otras madres del centro de detención, ya que puede poner en riesgo su vida y la de su hijo.
“El presidente Donald Trump debe centrarse en que el DHS (Departamento de Seguridad Nacional) nos mantenga seguros. El objetivo para la deportación son criminales, no un niño de cinco años de edad”, escribió.
La pesadilla
La señora X y el pequeño, en ese entonces de tres años de edad, fueron detenidos en diciembre del 2015 y permanecían en el centro de detención de Berks desde el 18 de ese mes, dijo la oficina de la abogada Bridget Cambria, quien la representaba.
La madre había solicitado al gobierno un estatus especial para el niño bajo el Sistema de Jóvenes Inmigrantes Especiales (SIJS, por su sigla en inglés). Un programa creado por el Congreso en 1990 para ayudar a niños que obtengan la residencia por parte de una categoría especial de carácter humanitario, principalmente menores solos (no acompañados) en proceso de adopción o víctimas de abuso.
Tanto Casey como la oficina de Cambria temen que la expulsión de la inmigrante hondureña y su hijo “pueda conducirlos a su muerte”. La mujer huyó en el 2015 de las pandillas en su país y violencia intrafamiliar.
El senador Casey había solicitado el martes por la noche al secretario del DHS, John Kelly, «la liberación inmediata» de otras cuatro madres y sus hijos, quienes también se encuentran en el centro de detención de Berks en espera de una respuesta a sus casos de asilo.
Con el alma en un hilo
La deportación de la mujer y su hijo tiene alarmadas a otras madres que periódicamente tienen que presentarse a las dependencias de ICE para firmar un libro de asistencia, y permanecieron detenidas en Berks.
“Este lunes me presento para cumplir con la cita”, dice la señora Zeta, una inmigrante que huyó de Honduras con un hijo y pidió asilo cuando la arrestaron en la frontera. “A mi me liberaron el 15 de junio del año pasado y todavía no tengo cita para presentarme en la corte de inmigración. Por eso tengo que firmar el libro cada 15 días, y cada siete un agente viene a mi casa para verificar que estoy aquí”.
A la pregunta si temía ser deportada, como ocurrió con una de sus excompañeras de grupo en la cárcel de Berks, la señora Zeta dijo “claro que una se preocupa. Yo no tengo abogado. He ido sola a firmar y lo seguiré haciendo. No hay otra”.