Texas.- Valentina (nombre ficticio) no esperaba ser mamá a los 14 años, muchos menos que esto fuera a consecuencia de una violación.
Poco después de celebrar el primer cumpleaños de su hijo en su natal Guatemala, la joven madre y el menor se unieron a cerca de 70,000 menores no acompañados que hicieron la travesía hacia Estados Unidos en 2014, pidiendo asilo al llegar a la frontera ante la violencia rampante y la pobreza extrema en Centroamérica.
Valentina no anticipaba enfrentar los desafíos que ahora tiene para recibir cuidado de salud para ella y Jordan, su hijo, retos que aumentaron cuando se embarazó de su segundo hijo.
Desde 2014, cerca de 40,000 menores no acompañados han continuado llegando a la frontera cada año. En 2015, un tercio de los 33,000 de estos menores eran mujeres. En algunos casos, estas adolescentes habían salido de sus países luego de sufrir ataques sexuales, otras habían sido violadas en su camino a Estados Unidos.
“Estamos viendo un alto porcentaje de menores no acompañadas que han sido víctimas de violación o abuso sexual, especialmente violación por parte de pandillas”, dijo Judy London, abogada que dirige el Proyecto de Derechos de los Inmigrantes en la organización Public Counsel.
En 2014, hubo un total de 726 menores acompañadas embarazadas que estaban bajo el cuidado de la Oficina de Reubicación de Refugiados (ORR por sus siglas en ingles). Ese número se redujo a 456 en 2015 y 367 en lo que va de este año.
Aunque ORR localiza a familiares de estos menores para que ellos se encarguen de su cuidado, las chicas embarazadas están en el cuidado de albergues bajo ORR con expertos especializados en estos migrantes, dijo en un correo electrónico Victoria Palmer, vocera del Departamento de Servicios Humanos y de Salud.
“Hay muchos desafíos para una madre joven que enfrenta el miedo a la deportación en un nuevo país sin ningún apoyo de nuestro gobierno mientras están pendientes sus solicitudes de asilo…una vez que son liberadas, termina la obligación del gobierno”, dijo London.
Antes de ser liberada y puesta bajo el cuidado de familiares en Los Ángeles, agentes del centro de detención le dieron a Valentina la dirección de una clínica donde podía llevar a su hijo a ver un médico, pero ella no pudo llegar a una cita porque seguían indocumentados mientras estaban pendientes sus casos de asilo.
“Cuando estábamos en [el centro de detención] en Texas vimos a un doctor y cuando llegamos a Los Ángeles pensé que sería igual, pero no fue así. Me hizo sentir mal llevar a mi hijo al doctor y que le negaran cuidado“, dijo Valentina.
Las dificultades
El primer año fue el más duro para ambos, dijo Lucero Chávez, abogada de Valentina y parte del Proyecto de Derechos de los Inmigrantes en Public Counsel. Ella ayudaba a la menor a hacer citas con diferentes agentes de servicios sociales, pero a menudo la rechazaban por ser indocumentada.
“Ella no tenía tiempo para ir a muchas citas porque estaba trabajando y debía conseguir una niñera para ir y no tenía dinero para eso, así que lo hacía más difícil”, dijo Chávez.
Mientras asistía a la escuela, Valentina dejaba a su hijo con una niñera. Obtuvo un trabajo a tiempo parcial en un salón de belleza para sufragar gastos, pero eventualmente dejó de estudiar y empezó a trabajar tiempo completo para poder costear las visitas al doctor para su hijo.
Su segundo embarazo
Cuando Valentina se embarazó de su segundo hijo en 2015, no sabía que era elegible para servicios para mujeres embarazadas, hasta que el empleado de una oficina del WIC se lo dijo y la refirió a una clínica.
“No sabía cómo iba a pagar, pero después que empecé a ir al doctor para las visitas prenatales, ellos me explicaron que Medi-Cal cubriría todo”, dijo Valentina.
Medi-Cal no restringe los servicios de embarazo para migrantes.
“El que estén embarazadas añade más dificultades a todo lo que deben hacer. Es caro y difícil para ellos navegar y no creo que sus patrocinadores lo sepan”, dijo Patricia Ortiz, directora de programas para el Proyecto Esperanza de Derechos de Inmigrantes, sobre adaptarse a un nuevo país y los servicios que se ofrecen aquí.
Al igual que muchos inmigrantes indocumentados, la familia de Valentina dudaba en hacer uso de servicios y programas disponibles para ellos por miedo a la deportación.
“La gente en mi familia no conocen mucho de los servicios sociales. Ellos me dijeron que no intentara obtenerlos porque si me los negaban, [ICE] me deportaría inmediatamente. También me dijeron que no pusiera su dirección porque si Migración llegaba para deportarme, también los podían deportar a ellos”, relató Valentina.
Ella vivió en Texas por unos meses durante su embarazo, donde la falta de acceso al transporte púbico a veces le prevenía llegar a las visitas prenatales.
“A veces los buses tardaban más de una hora y yo vivía lejos de la clínica. Si llegaba tarde, no me atendían y tenía que programarlo para otro día“, contó la joven.
“Muchas veces, los proveedores de salud y facilidades que aceptan seguros para familias de bajos recursos no están localizados en un lugar cercano”, dijo Stacey Hodgkinson, una psicóloga en el Sistema de Salud Nacional Infantil.
Aquellos que abogan por los derechos reproductivos dicen que las jóvenes migrantes embarazadas que quisieran poner fin a sus embarazos quizá no reciban la información pertinente de cómo y dónde recibir estos servicios.
Los empleados en los albergues administrados por la oficina ORR solo tienen como requisito proveer servicios de prevención de embarazo, exámenes de enfermedades venéreas, y servicios de salud para víctimas de abuso sexual a los menores no acompañados que han sido abusado sexualmente mientras están bajo el cuidado de esta agencia.
Valentina recientemente empezó un trabajo a tiempo completo limpiando casas durante la semana y planea regresar a la escuela para obtener su diploma de secundaria y eventualmente asistir a la universidad. También planea aprender inglés.
“Para mis hijos, no quiero que ellos sufran. Quiero que tengan las oportunidades que yo no tuve. ¿Qué madre no querría ver a sus hijos en el escenario recibiendo su diploma?”, dijo la joven.