Charlotte, NC.- En el marco del mes de la Herencia Hispana, sería muy pertinente adentrarnos en el fenómeno que más nos caracteriza como hispanos: el español de América.
Si bien podemos buscar y encontrar diferencias léxicas, ninguna es tan fuerte como para evitar que nuestra comunicación se corte. El español es ese hilo conductor de nuestro día a día. Pensamos, hablamos y sentimos en español.
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Ahora bien, todos sabemos que el español lo heredamos de la colonización y además que, todo se planificó en Castilla -por esto se llama Castellano-, pero la colonización se gestionó en Andalucia con ayuda de las Islas Canarias.
Español de América más que Castillas: coexistencia del español con lenguas africanas e indígenas
Este dato es fundamental para entender más nuestro idioma, ya que estudio sobre el censo de los colonos, entre 1492 y 1580, determinó que, el 35,8% eran andaluces, 14,8% eran castellanos, y 22,5% eran de otros lugares.
Estas cifras para efectos lingüísticos es muy relevante porque determina que el 52,7% de los colonizadores, tenían como propias variedades meridionales de la lengua, con claro predominio de la andaluza.
Además, se suma que para el siglo XVII, la diversidad de los dialectos peninsulares era verdaderamente grande. Pero entre el castellano y el andaluz había pocas diferencias a excepción del seseo y de la reducción de las consonantes finales.
Por lo que se confirma que la unión de estas dos variedad dialécticas de los colonos, es la influencia más predominante en el español de América desde sus orígenes.
El español de los Andes, las costas y el interior determinado por asentamientos y mayor o menor presencia andaluz
Y por si fuera poco, el español andaluz (en su mayoría) que llegó a América Latina coexistió con las distintas lenguas indígenas de cada región más las diferentes lenguas africanas que trajeron los esclavos.
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Finalmente, llegó la criollización del español bajo los criterios de establecimiento de los colonos, su origen social y lingüístico, la división de los virreinatos, la densidad de población indígena y entre otros elementos.
Un estudio de Menéndez Pidal (1962), propuso una zonificación donde la influencia menos andaluz eran las tierras altas, del interior. Y por el contrario, la influencia más andalucistas permanece en las tierras bajas y costeras. Aquí, se logra entender cómo el español del Caribe es distinto al Andino, y su vez distinto al rioplatense.
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