Los Ángeles – Estados Unidos.- Sin mirar atrás y solo con el deseo de huir de la grave crisis política y social que vive Nicaragua, miles de jóvenes opositores al régimen de Daniel Ortega, deciden por miedo y bajo amenazas, abandonar su país.
“Calculamos que en Costa Rica ya casi llegan a 100,000, los refugiados nicaragüenses; y son incontables los que han llegado a Estados unidos”, dice Medardo Mairena, líder del Movimiento Campesino de Nicaragua, quien junto con otros dos líderes campesinos Denis Montaño y Lener Fonseca se encuentran visitando a los refugiados en Estados Unidos.
Uno de los jóvenes que ha abandonado su país es Christian Ruiz Sánchez, un estudiante universitario que fue amenazada por la policía de Nicaragua. Funcionarios le exigieron que abandonara su país y le dieron 24 horas, pues de lo contrario su vida estaba en peligro. Christian quien ya había sobrevivido a una balacera por temas políticos, no quiso esperar para corroborar si el ultimátum era cierto y huyó hacia Estados Unidos.
Tras alzar su voz en contra de Daniel Ortega y ser amenazado por la propia policía de su país, Christian dejó Nicaragua el 30 de enero, el 25 de marzo y tras cruzar en balsa el Río Grande en Texas, solicitó el asilo político.
“Me tuvieron 26 días en la ‘hielera’, en una pequeña celda con aire acondicionado muy alto y donde estábamos amontonados como unas 120 personas. Nunca nos pudimos asear ni bañar. Los 26 días que estuvimos ahí detenidos solo nos dieron una rodaja de mortadela con pan, mañana, tarde y noche”, manifestó el joven.
Al salir de la ‘hielera’, Christian fue llevado al Centro de Detención Río Grande en Texas. “A los 64 días me hicieron una videoentrevista para probar el miedo creíble. Me preguntaron por qué había salido. Les dije que teníamos un gobierno dictador, donde no hay respeto a los derechos humanos, no hay libertad de expresión y mucha represión”.
Luego de tres meses y pagando una fianza de 5,000 dólares, Christian fue liberado. El 18 de julio, recuperó su libertad total y la pastora Ada Valiente, quien es su patrocinadora en Los Ángeles, le ofreció un hogar en la ciudad de Claremont.
“Sentí una gran alegría y mucha satisfacción de estar libre, sobre todo porque es el inicio de un nuevo ciclo”, dice el nicaragüense, quien tiene fe en ganar el asilo y manifiesta tener muchas pruebas para demostrar todas sus denuncias, una de ellas, la más relevante y que aún le causa dolor, una bala alojada en su espalda.
Líderes nicaragüenses, aseguran que su lucha diaria es por los jóvenes que son perseguidos y aún se encuentran en Nicaragua, pero también por aquellos que han tenido que huir y refugiarse en otros países. Estiman que hoy en día hay más de 6,000 nicaragüenses que llegaron a Estados Unidos en busca de refugio y llevan meses bajo custodia en los centros de detención de migración.