California- Estados Unidos.- Hace exactamente un año, James Dimaya, iba a ser deportado por haber participado en robos de viviendas. Actualmente el inmigrante se encuentra trabajando en California y agradece cada día al gobierno de Donald Trump por una decisión tomada a favor de los inmigrantes, que su juicio le salvó la vida.
Dimaya llegó al país en 1992, años más tarde logró obtener la residencia permanente. En el año 2007 y 2009 fue condenado por su participación en robos de viviendas, por lo que en 2010 se inició un proceso de deportación de Dimaya devuelta a su país natal Filipinas.
Un juez de inmigración había determinado que sus dos condenas estatales calificaban como “crimen grave” bajo las leyes migratorias, que permiten deportar a inmigrantes condenados por crímenes violentos.
Sus abogados, sin embargo, contestaron esta decisión judicial, asegurando que la ley era demasiado vaga para ser constitucional.
“La inteligencia ordinaria no entiende qué tipo de crímenes pueden llevar a la deportación”, argumenta su abogado, Andrew Knapp, profesor de la Southwestern Law School. “Las leyes vagas permiten su aplicación arbitraria, que puede ser usada de forma discriminatoria”, explica.
El caso llegó hasta la Corte Suprema, y allí Dimaya se dio por perdido: Trump acababa de nombrar a un nuevo magistrado conservador, Neil Gorsuch, que podía inclinar la balanza en su contra.
Pero Gorsuch votó junto a los magistrados liberales a favor de Dimaya: “Las leyes vagas invitan a un poder arbitrario”, opinó el magistrado.
Por cinco votos contra cuatro, la Corte Suprema anuló la provisión de la ley migratoria que exige la deportación obligada de los inmigrantes condenados por crímenes violentos.
Trump reaccionó exigiendo al Congreso que cerrará los agujeros legislativos que, en su opinión, bloquean la expulsión de extranjeros criminales.
El mes pasado, las autoridades migratorias retiraron la orden de deportación en su contra y recuperó su residencia.
Dimaya dice que, si llegara a conocer al magistrado Gorsuch, le diría: “Muchas gracias”. “Si no fuera por él”, añade, “no estaría aquí enderezando mi vida”.