California.- Desde niño le gustó el nombre de “Juan”. Así lo conocía la gente, así se presentó con su esposa, así le decían sus cuatro hijos y así se identificó ante la Policía aquella noche de diciembre en que lo arrestaron por conducir ebrio y chocar contra dos autos afuera de una cantina de Los Ángeles.
Como este inmigrante no portaba un documento oficial que avalara su identidad, la base de datos de las agencias policiacas registró sus huellas digitales bajo el nombre de “Juan Zavala”.
Aparentemente, la profunda depresión que le ocasionó ese incidente, que lo puso tras las rejas y golpeó severamente sus ingresos, causó que este hombre se suicidara el 18 de enero en su casa de Los Ángeles.
“Como no había un familiar al que le preguntaran su nombre, le tomaron las huellas digitales [al cadáver] y salió ‘Juan’”, relató su viuda, Martha Espino, quien vive en Mexicali, México.
Pero cuando ella vino a Los Ángeles a reclamar el cuerpo de su esposo para trasladarlo a aquella ciudad fronteriza, se enteró que en el acta de defunción se registró el nombre de “Juan Zavala”, el alias que usaba quien en realidad se llamó Gonzalo Zavala. Oficialmente había muerto otra persona.
Como este problema derivado de un cambio ilegítimo de nombre, el Consulado de México en Los Ángeles recibe al menos un caso por día, algunos tan complicados que han puesto a los migrantes en riesgo de ser deportados o éstos deben acudir ante un juez en su lugar de origen para resolverlo.
También ha pasado que cadáveres se quedan varados en este país o que los hijos no han podido recibir la nacionalidad mexicana por ese motivo, explica la sede diplomática.
“Por ese problema del cambio de nombre no me lo pude traer esa semana, tuve que esperar otra más porque no se podía hacer el traslado”, contó en una entrevista telefónica la viuda, quien es obrera.
“No nos dejó pensión, nos dejó sin nada”, lamentó Espino.
Un problema común
Usar otro nombre o fecha de nacimiento es común en los migrantes. Lo hacen para encontrar empleo, porque no les gusta su nombre original, para tratar de evitar problemas con la justicia de este país, porque no saben que habrá consecuencias o aprovechan la oportunidad que ofrece el proceso de naturalización.
A veces piden “prestadas” actas de nacimiento a familiares en México y cambian su identidad.
“Por un momento les permite encontrar un trabajo, obtener alguna identificación, pero más adelante se generan problemas”, advirtió Georgina Marina, cónsul de asuntos jurídicos.
Para el gobierno de México, solo un juez de su país puede autorizar un cambio de nombre y se requiere que el interesado acuda a un tribunal en su comunidad de origen.
Muertos varados
El consulado asesoró a la familia de una mujer que hace dos años fue registrada con un nombre falso en un hospital para no pagar la cuenta. Pero al fallecer se emitió el acta de defunción literalmente de otra persona.
Debido a esa disparidad, el Consulado no concedió el permiso para que trasladaran las cenizas de la mujer a México, hasta no verificar su verdadera identidad
“Nosotros no podemos autorizar un tránsito [de restos] con el certificado de defunción de una persona que a lo mejor está viva en México”, indicó Marina, argumentando que en este caso como cobrar ilegítimamente un seguro de vida.
Si todo se resuelve a favor de los deudos, un proceso que incluiría saldar la deuda del hospital, las cenizas de la mujer podrían llegar a México en unos seis meses.
Hay casos sencillos, como cuando un padre quiere transferirle la nacionalidad mexicana a su hijo y existen diferencias en los documentos de ambos (por ejemplo, si el papá lo registró con datos falsos), algo que se resuelve con una enmienda en la oficina del Registro Civil del condado.
“El papá, aunque suene absurdo, no es el papá del niño que está registrando”, dijo Marina.
Sin embargo, hay situaciones de mayor riesgo. Marina indicó que los migrantes se pueden meter en un lío serio si usan documentos ilegítimos para tratar de regularizar su situación migratoria.
“Las autoridades migratorias pueden considerar eso como un fraude”, dijo la funcionaria.
“No sólo va a poner en riesgo la posibilidad de que se haga ciudadano, sino inclusive la posibilidad de ser deportado”.
Marina explicó que si alguien se identifica con otro nombre ante la Policía, como lo hizo Zavala, éste se registra con sus huellas digitales en el sistema judicial, lo cual lo metería en aprietos si la persona después busca cambiar su estatus migratorio.
El consulado mexicano recomienda solicitar su asesoría por cualquier caso de este tipo.
A principios de febrero, después de dos semanas de espera, el cadáver de Gonzalo Zavala cruzó la frontera y fue sepultado en Mexicali. En su tumba se grabó el nombre que siempre le gustó: “Juan”.
Cambios que México no reconoce
Hace 21 años, María de Jesús Fernández se naturalizó estadounidense y desde entonces se hace llamar María Melendrez, luego de eliminar su segundo nombre y agregar el apellido de su esposo.
Pero cuando reclamó una propiedad en México que le heredó su marido, se enteró que el cambio -que hizo escribiendo su nuevo nombre en una forma migratoria- no lo reconoció el gobierno azteca.
“El agente de migración no me explicó nada, solo me dijo que tenía que ponerme el apellido de mi esposo para reclamar una pensión”, relató la mujer.
Si bien las autoridades mexicanas aceptan que sus connacionales mujeres adopten los apellidos de sus esposos, algo común en este país, requieren que los cambios de nombres sean avalados tras un proceso denominado “juicio de homologación”, un trámite engorroso que se realiza allá.
De lo contrario, la persona no puede reclamar propiedades ni herencias en México.
“Eso nos genera dos identidades”, dijo Marina, cónsul de asuntos jurídicos. “Lo que nosotros recomendamos es no cambiarse el nombre, quizá usar un alias”, enfatizó.
Actualmente, los pasaportes y matrículas consulares de las mexicanas incluyen una nota que especifica el apellido de sus esposos, como aclaración a las autoridades migratorias de este país.