La Paz – Bolivia.- Evo Morales ha tenido que ceder. El primer mandatario boliviano renunció a la Presidencia del país, en medio de las crecientes manifestaciones civiles y policiales que demandaban su dimisión.
“Estamos renunciando, estoy renunciando”, dijo Morales, durante una alocución televisada. El ahora exgobernante, quien por casi 14 años permaneció en el poder, agregó que, con su decisión, pretendía evitar que los “dirigentes y autoridades de nuestro socialismo” fueran “hostigados, perseguidos”.
El anuncio se hizo efectivo poco después de que Williams Kaliman, comandante general de las Fuerzas Armadas, y Vladimir Calderón, jefe de la Policía Nacional, le exigieran a Evo Morales el cese de sus funciones.
El pedido estuvo precedido por la publicación de un informe, elaborado por la comisión de observadores electorales de la Organización de Estados Americanos (OEA). Según ese reporte, el proceso de conteo de votos, posterior a la jornada comicial del domingo, 20 de octubre, estuvo plagado de severas irregularidades.
De acuerdo con la misión de técnicos de la OEA, las autoridades bolivianas transmitieron datos a través de servidores que, en teoría, tendrían una función distinta. Además, usaron servidores que no formaban parte de los planes iniciales y que estuvieron bajo el control de agentes externos, no autorizados.
Los auditores detectaron que “el flujo de la información de transcripción, tras la interrupción [del conteo de votos, registrada la noche del 20 de octubre], fue redirigido a un servidor (BO20), que no pertenecía a los previstos para el TREP [Transmisión de Resultados Electorales Preliminares]”.
El documento presentado por la Organización de Estados Americanos también señala que, una vez detectada la anomalía, “el responsable técnico de la DNTIC [Dirección Nacional de Tecnología de la Información] reconoció saber de la existencia de este servidor (BO20) y alegó no ser quien dispuso ese cambio de flujo, aclarando también que no era él quien lo controlaba”.
Del mismo modo, los especialistas de la OEA denunciaron falsificación de firmas. Luego de evaluar una muestra de más de 300 actas electorales sospechosas, los expertos concluyeron que 23% de esos papeles “presentaban irregularidades desde el punto de vista pericial”.
“En algunos casos, se verificó que todas las actas de un mismo centro [de votación] habían sido completadas por la misma persona. En ocasiones, se constató que esa persona era el representante del MAS [el partido de gobierno] acreditado como delegado en el centro”, se lee en el reporte.
Pese a tales hallazgos, Morales calificó el texto como un documento “político”. Sin embargo – y en un intento por conservar la Presidencia – llamó a realizar nuevos comicios. Según dijo esas elecciones serían organizadas por un Tribunal Supremo Electoral (TSE) que estaría conformado por una nueva tanda de integrantes.
En tal sentido, el ahora ex titular del Ejecutivo boliviano señaló que la Asamblea Legislativa de Bolivia se aprestaba para determinar cuáles iban a ser los criterios que se emplearían durante la escogencia de los nuevos miembros del TSE.
Esos gestos, así como sus llamados a diálogo, sirvieron de poco. La tarde de este domingo, con la tensión en un pico máximo, Evo Morales y su vicepresidente, Álvaro García Linera, abordaron el avión presidencial. La aeronave despegó desde el Aeropuerto de El Alto, cerca de La Paz, con destino a Cochabamba, el bastión y cuna política del líder indígena que, hasta este 10 de noviembre, se desempeñó como jefe de Estado de Bolivia.
