LOS ÁNGELES, California.– Un escándalo sexual estalló la semana pasada en la Universidad del Sur de California (USC), que ahora enfrenta al menos seis demandas de mujeres que alegan haber sido víctimas del ginecólogo George Tyndall, quien trabajó en el centro médico de la institución durante tres décadas y ha sido acusado de numerosas denuncias sexuales que fueron ignoradas por los directivos universitarios a lo largo de los años.
El doctor Tyndall, de 71 años, trabajó hasta el año pasado en el centro de salud estudiantil de USC, donde atendía a jóvenes estudiantes, la mayoría adolescentes que visitaban por primera vez un ginecólogo. La universidad decidió su salida tras una investigación interna que inició en 2016 cuando una enfermera lo denunció ante el centro de crisis generadas por violaciones, ubicado dentro del campus. Estuvo suspendido durante un año con paga hasta que le ofrecieron que presentara su renuncia voluntaria a cambio de una indemnización en junio de 2017; todo esto sin hacer mucho ruido.
Sin embargo, a pesar de que esa no era ni la primera ni la última denuncia, los directivos no reportaron a la Junta Médica Estatal ni a las autoridades los resultados de la pesquisa que reveló que por años Tyndall hizo comentarios sexuales a sus pacientes y las tocó inapropiadamente durante los exámenes ginecológicos. Existen acusaciones contra este doctor tan antiguas que datan de la década de 1990, aunque él las ha negado todas.
«Muchas de las quejas eran lo suficientemente preocupantes; no está claro por qué el director anterior del centro médico permitió a Tyndall mantenerse en su cargo», señala la universidad en un resumen de esa indagación.
USC tampoco contactó a las miles de pacientes tratadas por este ginecólogo durante las últimas tres décadas en la clínica de la universidad. El escándalo se hizo público apenas casi un año después de su salida, cuando Los Angeles Times publicó una reveladora investigación de meses basada en decenas de testimonios de colegas del doctor Tyndall –algunos de ellos que todavía trabajan en la institución y hablaron bajo condición de anonimato por temor a perder sus trabajos– enfermeras y estudiantes que fueron sus pacientes.
El diario también revisó un centenar de quejas presentadas contra este hombre, muchas de las cuales al parecer fueron ignoradas por sus superiores. El manejo de este caso ha despertado tal indignación en la comunidad universitaria que este martes 200 profesores firmaron una carta exigiendo la renuncia del presidente de USC, C. L. Max Nikias, quien calificó la conducta de Tyndall como «un profundo abuso de confianza» y se disculpó la semana pasada «sinceramente con cualquier estudiante que haya visitado el centro de salud y no recibió la atención respetuosa que cada individuo merece».
Nikias señaló además que la investigación interna determinó que había otras denuncias que el anterior director del centro médico trató de forma independiente. El viernes pasado, en una carta al campus, el presidente dde USC dijo que Tyndall «debería haber sido removido de su cargo y reportado con las autoridades hace años. Estoy luchando con la misma pregunta, como ustedes, de cómo este comportamiento pudo seguir por tanto tiempo».
«Tu himen está intacto, a tu novio le encantará»
Al doctor George Tyndall se le acusa de tocar inapropiadamente a sus pacientes, la mayoría adolescentes, mientras hacía exámenes pélvicos, tomaba fotografías de sus genitales y hacía comentarios sexuales sobre sus cuerpos.
Durante algunas de sus examinaciones, este ginecólogo hacía referencias al acto sexual mientras tenía sus dedos dentro de las pacientes, de acuerdo a cinco personas que presenciaron este comportamiento o escucharon acerca de él.
«Les decía a las jóvenes que su himen estaba intacto. ‘No te preocupes por eso, a tu novio le va a encantar'», un asistente de Tyndall recuerda.
«Muchas de ellas nunca habían tenido un examen ginecológico antes», explicó otra asistente que trabajó por mucho tiempo con él. Ella y otros empleados de la clínica dijeron que este comportamiento era más recurrente en estudiantes internacionales que venían de Asia.
«Serías genial para el sexo», le habría dicho a una estudiante citada por el Times que pidió anonimato. «Me da pena haber dejado que esto me pasara», pero «más me molesta que la USC lo permitiera».
Algunas de las denuncias más serias hablan del recurrente uso de sus dedos al inicio de los exámenes pélvicos. Testigos de esto dijeron al mismo medio que el doctor rutinariamente insertaba un dedo y luego un segundo después de expresar su preocupación de que tal vez no cabía el espéculo (instrumento usado para examinar el área vaginal). Mientras hablaba, movía sus dedos adentro y afuera mientras hacía comentarios sobre los músculos vaginales: «Qué músculo tan apretado tienes. Debes ser una atleta».
Según el diario, esta conducta se remonta a la década de 1990, aunque Tyndall sostiene que sus exámenes ginecológicos estuvieron totalmente justificados. En entrevistas con el Times, el doctor dijo que usaba sus dedos con un propósito médico legítimo y algunos de sus comentarios a pacientes fueron malinterpretados; incluso ha llegado a amenazar con demandar a la universidad por estas acusaciones.
Al consultar a diferentes médicos sobre el tema, los periodistas encontraron que ninguno reconoce esta como una práctica normal sino todo lo contrario. La doctora Sangeeta Mahajan, una experta nacional en dolor pélvico, dijo que nunca ha escuchado de ningún ginecólogo moviendo sus dedos dentro y fuera de un paciente para medir si el espéculo cabe y calificó esta como una práctica «muy rara» y «espeluznante».
Hablan las primeras víctimas
En medio del creciente escándalo, este martes las primeras víctimas se atrevieron a dar un paso al frente y contar su historia en público durante una conferencia de prensa. La abogada Gloria Allred contó a los medios que en los últimos días varias jóvenes la han contactado para que las represente en sus demandas a la universidad por haber permitido estos acosos sexuales por parte del doctor Tyndall, quien las atendió cuando eran estudiantes de USC.
Este mismo martes en la mañana presentaron en corte la demanda de Daniella Mohazab, quien leyó su declaración ante las cámaras visiblemente afectada.
«Actualmente soy estudiante de maestría de Comunicaciones en USC. Entré en el otoño de 2015 y tenía 19 años en ese entonces. Como en marzo de 2016 llamé para hacer una cita para ver a mi doctor, un ginecólogo de USC que había visitado antes, pero como él no estaba disponible me dieron una cita con el doctor Tyndall. En abril 4 de 2016 fui a hacerme un examen regular para detectar enfermedades de transmisión sexual (STD, por sus siglas en inglés) y para hablar acerca de medicamentos. El doctor George Tyndall y yo nos sentamos en su oficina y empezamos a discutir mis medicamentos, él tenía su computadora para buscar.
El doctor Tyndall me preguntó mi raza, le dije que era filipina. Recuerdo que su oficina estaba desorganizada y que tenía fotos de su esposa, quien es también filipina. Hizo comentarios sexuales sobre mí y dijo que yo era bonita. Recuerdo que me relacionó con su esposa diciendo que las filipinas eran las más inteligentes, solidarias y buenas personas. Me dijo que las filipinas eran buenas en la cama y también que son devotas a sus parejas y que no se acuestan con muchas personas en su vida. Me preguntó detalles íntimos acerca de mi vida sexual y relacionó mis comentarios con el hecho de que soy filipina, diciendo ‘eso es seguro porque eres mixta’. Una vez más, él tenía una sonrisa miedosa.
Fuimos al otro cuarto para mi examen. Nuevamente éramos solo él y yo, no había nadie más presente. Me dijo que el otro doctor había hecho el examen de manera incorrecta e imprecisa; el año pasado la otra doctora me dio el hisopo de algodón para que yo me lo insertara y cerró la cortina del cuarto para darme privacidad mientras hacía eso. Pero el doctor Tyndall me dijo que me desvistiera de la cintura para abajo y se quedó parado mirándome mientras yo lo hacía. Y sonrió (…) Sin un guante, puso dos dedos dentro de mí y dijo ‘creo que mejor usamos algo de lubricante’. Con una mirada maliciosa abrió el paquete de lubricante que sacó de un gabinete, me tocó alrededor moviendo sus dedos adentro por algunos minutos. Me dijo que eso era parte de un examen de STD, no usó un espéculo o algún otro instrumento médico. Entonces me introdujo el hisopo de algodón adentro y sonrió.
En ese momento me hizo sentir extremadamente incómoda y violada. Sin embargo, confié en que USC tendría un ginecólogo que estaría haciendo ese tipo de exámenes de manera apropiada. Estaba confundida, pero confié en él (…)».
Después de contar su relato, la joven aseguró que todavía estaba en shock tras haberse enterado de que la universidad sabía de esta conducta inapropiada del doctor Tyndall y aún así lo hayan dejado seguir trabajando. «USC es una buena escuela, pero esto nunca debería haber pasado», expresó.
Les tomaba fotos
La abogada Allred también leyó un testimonio que otra víctima le permitió hacer público bajo condición de anonimato. Durante ese incidente, una estudiante dice que en 1991 fue para una citología con el mismo ginecólogo y este le pidió que se desvistiera de la cintura para abajo y se recostara. El doctor no solo le hizo el examen, sino que sacó una cámara y empezó a tomarle fotos de sus genitales y de su cuerpo en general.
A pesar de que la mujer reportó al director del centro médico y otras instancias lo sucedido, nunca pasó nada y al año siguiente su sorpresa fue cuando pidió una cita y se la dieron de nuevo con el doctor Tyndall. Este no sería el único caso. El Times mencionó en su investigación que las enfermeras alguna vez encontraron en uno de sus cajones una caja con fotos de partes íntimas de las pacientes.
«La voz de una mujer, particularmente de una mujer joven, no es valorada como debería ser y es muchas veces ignorada», advirtió la litigante, que asegura que muchos más casos van a salir a la luz tras destaparse este escándalo.
Bajo la ley estatal, los hospitales y muchas clínicas deben alertar a la Junta Médica en casos como este cuando suspenden o despiden a un doctor. Esto desencadena investigaciones que pueden afectar la licencia médica del involucrado y los directivos de los hospitales pueden enfrentar grandes multas si no lo reportan. Sin embargo, USC dijo que esa ley no aplicaba en el caso de Tyndall porque la universidad no estaba regida por las mismas leyes de hospitales y clínicas, además que las quejas habían sido consideradas un asunto de recursos humanos.
En comentarios recientes, el centro educativo ha reconocido que falló al no haber llevado antes este caso con las autoridades pertinentes. «Debimos haber hecho ese reporte ocho menes antes cuando lo separamos del cargo», admitió el presidente de USC.
Lluvia de denuncias
Tras desatarse el escándalo, el viernes los oficiales universitarios abrieron una línea telefónica de atención para que las estudiantes que sintieran que habían sido víctimas del doctor Tyndall llamaran a hacer sus denuncias. USC recibió al menos 85 testimonios, la mayoría de exalumnas y la mitad fueron anónimos.
Este caso evoca el de Larry Nassar, exmédico de la Universidad de Michigan (MSU), quien fue hallado culpable de agredir sexualmente a más de 300 jóvenes deportistas, incluidas campeonas olímpicas de gimnasia.
Exestudiantes de la universidad han abierto foros en redes sociales para discutir el tema. Una de ellas, Ariel Sobel dijo que Tyndall era su ginecólogo.
«Aparentemente atendía a 16 mujeres al día. Por suerte no me abusó, pero por favor distribuyan esto por nuestra comunidad de USC para que nuestras hermanas que fueron violadas estén informadas, una cortesía que la universidad no nos dio, sino que enterró», dijo esta mujer.