Los Angeles.- “¡Juicio, destitución y prisión para Donald Trump! fue el grito de Marcos Aguilar y la multitud congregada este domingo frente al Edificio Federal Edward Roybal respondió con el puño en alto, en señal de aprobación.
Una vez más, Los Ángeles fue el epicentro de la tregua sin cuartel que libra la sociedad estadounidense en contra del presidente Trump.
Al menos unas 2,000 entre ecologistas y numerosos miembros de tribus indígenas de California y Arizona marcharon pacíficamente, en respaldo a la reserva Sioux y en contra del oleoducto que atravesaría sus tierras en Dakota del Norte y que prevé atravesar el rio Misuri y el lago Oahe, fuentes de agua potable para la tribu Standing Rock Sioux.
“Cuando el pueblo se une, los ricos en el poder tiemblan”, dijo Aguilar, profesor de Anahualcalmecac International, la única secundaria de estudios indígenas en Los Ángeles. “Trump representa a toda una clase que tiene autoridad y el control para defender lo que abiertamente creen que es su patriotismo y que tienen el medio ambiente y a la umanidad a su servicio”.
Trump permite proyectos petroleros
Tras años de protestas, en diciembre pasado, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos, que administra las tierras en conflicto, anunció la denegación del permiso oficial para la construcción del polémico oleoducto, a consecuencia del rechazo de los ecologistas y las tribus indígenas.
Sin embargo, una de las múltiples órdenes ejecutiva del presidente Donald Trump dio luz verde el 24 de enero a los proyectos Keystone XL y Dakota Access(DAPL), sin contar con un estudio formal el impacto ambiental de la tubería.
El proyecto de 3,800 millones de dólares contempla la instalación de tubería por 1171 millas que llevaría medio millón de barriles de petróleo desde los yacimientos de Dakota del Norte hacia una infraestructura que ya se encuentra en Illinois, desde donde el crudo podría distribuirse al Golfo de México.
Sin embargo, la tribu Sioux de Standing Rock acusó al presidente Trump de violar la ley, al no honrar los tratados de derechos indígenas y ofrecer un proceso de construcción del oleoducto que sea justo y razonable.
“El agua es vida…es más valiosa que el petróleo”, dijo a La Opinión, “Lobo Gris”, un nativo Yoeme, de Tucson, Arizona. “El presidente se va a arrepentir, porque tendremos muchas más protestas”.
Según los ambientalistas, la construcción del oleoducto Dakota Access contaminaría los mantos acuíferos y perjudicaría a 17 millones de personas, abajo del rio Misuri, el más largo de Estados Unidos (2,566 millas), que drena una cuenca de 851,906 millas cuadradas, y representa el principal afluente del rio Misisipi.
“Una vez más es tiempo de despertar”, comentó Carrie Sage-Curley, un Apache Stronghold de San Carlos, Arizona. “Es tiempo de curar nuestras heridas juntos…[Donald] Trump tiene el poder humano y el poder de las corporaciones económicas, pero su déficit es que no tiene el poder del Dios creador y nuestras oraciones nos llevarán a la victoria”.
No es una protesta, sino un movimiento
Isaac Price, organizador principal de la marcha, dijo que lo suyo no era una protesta, sino “la manifestación de un movimiento de los ciudadanos de todo el país que están encontrando en el activismo un reciente despertar. Ellos están viendo al Presidente Trump desmantelar sus libertades con una orden ejecutiva a la vez”.
Así lo ha entendido Robert Schaefer, de 15 años de edad, un estudiante de teatro en LA County High School for Arts.
“El presidente vive en el mundo de los campos de golf, un mundo diferente al nuestro”, dijo el joven. “es irrazonable que quiera seguir adelante con ese oleoducto en Dakota del Norte…él no escucha a la gente…no está mintiendo a todos”.