Los hispanos y afroamericanos pagan más en electricidad por cada pie cuadrado de sus casas que los blancos o la media de EEUU. Este es uno de los datos que aparecen en un nuevo informe de la American Council for an Energy-Efficient Economy (ACEEE) con una importante conclusión: si la factura eléctrica pesa más para estos grupos de población es en gran medida por la menor eficiencia de sus viviendas.
Para que se entienda mejor, veamos de cerca el caso de los hispanos. Según este trabajo elaborado por Ariel Drehobl y Lauren Ross, los hogares latinos pagan de media unos 1,704 dólares en electricidad al año, menos que los blancos ($1,956) y los afroamericanos ($1,920). Entre otras cosas, esto se explica por el menor tamaño de las casas donde viven los hispanos: sus viviendas miden de media unos 1,200 pies cuadrados, frente a los 1,600 de los anglosajones o los 1,290 de los afroamericanos. Curiosamente, si se comparan todas estas cifras, resulta que los hispanos pagan de media 1.42 dólares en electricidad por cada pie cuadrado de sus viviendas, mientras que los blancos se gastan $1.22 y la media en el país es de $1.23.
La factura eléctrica de los hogares de EE.UU. en comparación del gasto eléctrico anual en relación al tamaño de las viviendas entre distintos grupos poblacionales del país.
Gasto electricidad anual (en dólares)Tamaño casas (en pies cuadrados)Gasto anual por pie cuadrado (en dólares)
1,704 Hispanos
1,956 Blancos
1,920 Afroamericanos
1,932 Media EEUU
¿Por qué deben pagar más en electricidad de forma proporcional en sus hogares hispanos y afroamericanos? El trabajo incide en una paradoja ya conocida que ahonda todavía más las desigualdades cuando se habla de energía: las casas más modestas pueden consumir más por pie cuadrado. Y esto se explica por diversos motivos: como tener peor aislamiento (lo que obliga a usar más la calefacción o el aire acondicionado), disponer de electrodomésticos más antiguos, haber realizado un peor mantenimiento de los sistemas energéticos o, simplemente, por contar sus ocupantes con menos información para consumir de una forma más eficiente.
Esto destaca todavía más si incluye otra variable, la de los ingresos anuales de esos hogares. Como menciona el informe de la ACEEE, la factura eléctrica representa para los latinos el 4.1% de sus ingresos, lo que supone un mayor carga que para los blancos (3.3%) y que para la media del país (3.5%). Y esto aumenta todavía mucho en los hogares con menos recursos económicos, en los que el esfuerzo para pagar la electricidad puede llegar a representar el 7.2% de los ingresos anuales.
“Mejorar la eficiencia no es solo una cuestión ambiental, también tiene un impacto inmediato en el bolsillo”, asegura Adrianna Quintero, directora ejecutiva de Voces Verdes, organización ambientalista hispana que ha participado en el lanzamiento del informe junto a ACEEE. Esta experta llama la atención sobre otro dato del trabajo: “ampliar el acceso a la eficiencia energética en los hogares latinos al nivel promedio podría reducir su golpe eléctrico un 68%, poniendo más dinero en su bolsillos para otras cosas, como la comida y los gastos médicos”.
Según el informe, las ciudades con los gastos eléctricos más altos en relación a sus ingresos para los hogares latinos son: Memphis, Providence, Philadelphia, Kansas City, Atlanta, Birmingham, Phoenix, Dallas, Fort Worth y Detroit.
Esfuerzo para pagar electricidadImpacto de la factura eléctrica en relación a los ingresos anuales de distintos grupos de población de EEUU.
Ingresos anuales (en dólares)Gasto eléctrico anual (en dólares)Impacto del gasto eléctrico en ingresos anuales (en %)
39,994 Hispanos
58,000 Blancos
34,494 Afroamericanos
53,988 Media EEUU
Todo esto tiene graves implicaciones para muchos hogares del país. Pues como señala el trabajo, sufrir una imposición energética alta puede afectar a la salud mental y física de las familias al aumentar el estrés económico. Asimismo, las dificultades para pagar esta alta factura energética en las casas derivan a veces en otros males como asma, problemas respiratorios, cardiopatías, artritis o reumatismo.
“Hay soluciones bastante económicas, pero no sabemos aprovecharlas”, destaca Quintero. “Esto es también una cuestión de comunicación, en muchos estados la información para mejorar la eficiencia de las casas no está en español”.
