martes, abril 23, 2024

A punto de ser retirada del poder la presidenta de Brasil

Comparada frecuentemente con la serie House of Cards, la telenovela de la crisis política brasileña llega estos días al final de una temporada turbulenta, larguísima y marcada por incontables giros en el guión.

La última de esas sorpresas se produjo nada más empezar la semana, cuando el proceso de destitución de Dilma Rousseff pareció dar marcha atrás por decisión del presidente interino de la Cámara de los Diputados, Waldir Maranhão.

Recién llegado al cargo y desconocido por la inmensa mayoría de los brasileños, Maranhão anunció unilateralmente la anulación de las sesiones de los días 15, 16 y 17 de abril. Es decir, el debate y la votación que precisamente dieron lugar a la aprobación de la impugnación del mandato presidencial (o impeachment) por más de dos tercios de los diputados.

La inesperada irrupción de Maranhão disparó el lunes la inquietud en los mercados financieros y levantó dudas sobre la tramitación del impeachment. Horas más tarde, sin embargo, el presidente del Senado, Renan Calheiros, ignoró la decisión y aseguró que el proceso seguirá adelante tal y como estaba previsto. “Es una broma con la democracia”, proclamó ante el pleno.

Por la noche, el propio presidente interino de la Cámara cerró el círculo al revocar su decisión sin dar más explicaciones sobre sus motivos. Maranhão está amenazado de expulsión en el Partido Progresista (PP) e incluso podría perder el puesto que ocupa tras la suspensión de su predecesor, Eduardo Cunha, acusado de corrupción y de obstaculizar investigaciones.

De esa forma, y tras la incertidumbre momentánea, vuelve a correr la cuenta atrás para el probable cambio de Gobierno. Salvo nuevas sorpresas por la vía parlamentaria o judicial, la mayoría del Senado previsiblemente votará esta misma semana a favor de iniciar un juicio político contra Dilma Rousseff. A continuación, la presidenta deberá abandonar el Palacio de Planalto y su despacho lo ocupará de forma interina el actual vicepresidente, Michel Temer.

Aprobado en abril en el pleno de la Cámara de los Diputados y la semana pasada en una comisión especial del Senado, el impeachment entra así en la fase decisiva. Los 81 senadores –tres por cada estado brasileño, incluido el Distrito Federal– tienen previsto empezar a debatir este miércoles. Sin embargo, es probable que las discusiones se prolonguen durante horas y en ese caso la votación podría hacerse esperar hasta el jueves.

¿Y ahora qué?

El pasado 6 de mayo, la comisión aprobó por 15 votos a 5 el informe elaborado por un senador aliado de Aécio Neves, el candidato opositor derrotado por Dilma Rousseff en las elecciones de 2014. Según el documento, la presidenta emitió decretos presupuestarios sin autorización del Congreso y recurrió a préstamos de los bancos públicos como forma de maquillar las cuentas.

A diferencia de buena parte del Parlamento y de la clase política brasileña, la sucesora de Luiz Inácio Lula da Silva no está acusada de corrupción, sino de un supuesto crimen de responsabilidad fiscal. Ella y sus aliados aseguran que se trata de un “golpe” para derribar un Gobierno elegido en las urnas y desgastado por la impopularidad en plena crisis económica. Según los sondeos, apenas el 13% aprueba su gestión y el 63% la considera “mala” o “pésima”.

La decisión del pleno no será definitiva. Si una mayoría simple (41 de 81) se pronuncia a favor de la continuidad del impeachment, lo cual parece asegurado por las declaraciones públicas de al menos 50 senadores, dará comienzo el juicio propiamente dicho. Para que Dilma sea destituida formalmente, serán necesarios dos tercios en una última votación que podría celebrarse en cuestión de semanas o meses.

El reglamento prevé un plazo de hasta 180 días. En ese periodo, la presidenta estará apartada de sus funciones y el cargo lo asumirá el moderado Michle Temer, de 75 años, que desde 2011 ha ejercido como discreto número dos de la República.

“Desde el punto de vista formal, todavía se trata de una suspensión temporal”, explica Folha de S. Paulo en su editorial de este lunes. “Solamente después de concluido el juicio, con la debida observancia de la amplia defensa, será enunciado el veredicto. Pero desde el punto de vista práctico, no parece plausible que a estas alturas, con Temer ejerciendo la Presidencia, una vuelta de tuerca vaya a determinar el regreso de Dilma a la silla que mal ocupa en estos días”, añade el periódico.

Mientras tanto, la presidenta apura sus últimos instantes en el poder para adoptar medidas que dejen un recuerdo positivo entre sus bases sociales. Así, Dilma aprovechó el Día del Trabajo para reajustar al alza los programas de redistribución de renta y este mismo lunes anunció la creación de nuevas universidades federales.

Una vez que sea apartada del Palacio de Planalto, la heredera de Lula se plantea la posibilidad de embarcarse en una gira por países de América Latina y Europa para insistir en el discurso del “golpe”. El Partido de los Trabajadores (PT), los sindicatos y los movimientos de izquierda ya han avisado de que saldrán a las calles para plantar cara a las políticas de austeridad del eventual Gobierno Temer.

En cierto modo, será el inicio de otra temporada de una serie que no deja de sorprender con sus numerosas tramas paralelas sobre escándalos de corrupción, intrigas palaciegas y traiciones parlamentarias. Todo ello, en medio de la crisis económica más grave de los últimos 80 años en Brasil y a menos de 90 días para la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro.

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