martes, mayo 7, 2024

Indocumentados de Homestead en alerta por deportaciones

Miami – EEUU.- Homestead es una localidad ubicada al sur del condado de Miami – Dade, en Florida. Sus fértiles tierras la convierten en una zona idónea para el cultivo de alimentos, pero también en un centro de trabajo muy atractivo pata los indocumentados.

 

De hecho, según la organización local WeCount, Homestead es un área agrícola que emplea a cerca de 40 mil personas, la mayor parte inmigrantes indocumentados que laboran largas faenas, como trabajadores del campo.

 

Aunque todos suelen compartir historias de vida similares, son pocos los que se atreven e hablar ante la prensa. El miedo a ser descubiertos y deportados suele ser el principal motivo.

 

Sin embargo, en medio de la generalidad, siempre existe una excepción a la norma y, en esta ocasión, esa excepción fue María. La indocumentada, de 40 años, accedió a declarar ante los medios, con la sola condición de que no se revelara su identidad.

 

María llegó a Estados Unidos procedente de México. En la actualidad, es madre de tres hijos (19, 14 y 5 años), a los que mantiene con los 64 dólares que gana, diariamente, tras una extenuante jornada de ocho horas.

 

“Tengo que esforzarme mucho para ganar lo que gano, llueva o truene aquí andamos, bajo la lluvia y bajo el sol”, dijo con resignación.

 

En medio de sus declaraciones, la mujer admitió vivir con miedo. Su pavor lo provocó el anuncio de deportaciones masivas, que fue realizado hace algunas semanas por el presidente Donald Trump.

 

Aunque, de momento, las operaciones permanecen en el congelador, María dice estar atemorizada. “Mi único delito en este país ha sido andar sin un documento, yo no le hago daño a nadie, no soy una delincuente”, afirmó.

 

Un relato similar al de María fue el narrado por Alejandra, una guatemalteca de 30 años, que se atrevió a revelar una de las estrategias empleada por los indocumentados.

 

Según ella, cuando están en el campo, los ilegales suelen trabajar en las zonas más alejadas de la carretera. Eso, explica, les da tiempo suficiente como para “poder escapar”, en caso de alguna redada.

 

Pese a ello, Alejandra confiesa que “ahora hay mucho temor”. La guatemalteca pasa noches y días pensando qué podrá pasar si es capturada, deportada y, a causa de ello, separada de su familia.

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