miércoles, abril 24, 2024

Imprescindible reconstrucción

El terremoto de grandes proporciones en Ecuador, sigue cultivando valiosas manifestaciones humanas”, “la solidaridad”, que se ha puesto de manifiesto a nivel nacional e internacional, mediante cruzadas y campañas en donaciones hacia un pueblo que en gran parte sobrevive. Millones de corazones y manos amigas de inmigrantes siguen haciendo presencia con todo lo que mas tienen, y todo con sentido humanista. Hay muchos colores en sus banderas de decenas de países que desfilan en señal de solidaridad continental y mundial, porque el movimiento telúrico que alcanzó una magnitud de 7.8 grados Richter, deja centenares de cadáveres sepultados en escombros, miles de heridos y una estructura de ornato derrumbada frente a la Costa norte del Ecuador, siendo las mas afectadas por el mismo las provincias de Manabí y Esmeraldas, sobreviviendo con resultados psicológicos nada agradables, así como familias que vivían en extrema pobreza hoy a consecuencia del terremoto quedaron en extremada miseria. Sin embargo, la grandeza del pueblo ecuatoriano consistió en actuar inmediatamente ante la emergencia. Su capacidad humana llevó al país a unirse como jamás se había palpado en la historia. La información de medios de comunicación privados fueron los primeros, porque instaron a ponerse de pie y no a sumergirse en el dolor. Esa capacidad humana era mas fuerte que la tragedia. Se trataba de rescatar a los sobrevivientes a como diera lugar. Fueron héroes los que en distintas zonas cero penetraron buscando a hermanos ecuatorianos atrapados en montañas de concreto con hierro.

Hoy, el país no olvida la furia de la naturaleza así como tampoco olvida de cuánta y tanta generosidad solidaria se sigue poniendo a servicio de la emergencia nacional ecuatoriana. Pero un pasado negativo hay que superarlo, y la actualidad requiere de otros elementos de sobrevivencia. Es el momento de reconstruir lo que se derrumbó, y para eso hay que fortalecer las fuentes de capacidad humana, no solo de ecuatorianos si no de todos los que quieran dar una mano amiga y de hermandad, ante tan desgarradora tragedia por la que se perdieron vidas y otras sobreviven en condiciones sobre-humana, cuyo destino es incierto pero muy trágico.

Pero las familias que quedaron desprotegidas piden ayuda, porque el país se conmueve ante la tragedia, llora a sus muertos y suma fuerzas para la reconstrucción. No hay marcha atrás, porque recordar que el mar quedó como testigo silencioso de las vidas que se apagaron tierra adentro en las playas de la Costa Norte del Ecuador, sería retroceder y no dejar que la vida continúe para salvar y reconstruir lo que quedó de las ruinas del terremoto. Es hora y momento de reconstruir.

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