La Paz – Bolivia.- A una semana de las elecciones generales en Bolivia, que han sido tildadas de “fraude” por un grupo de bolivianos y apoyadas por los seguidores de Evo Morales, quien habría sido reelecto según los datos ofrecidos por el Tribunal Supremo Electoral, las calles del país continúan encendidas.
Las manifestaciones políticas han escalado con el pasar de los días en todo el país, se han producido choques y amenazas entre quienes apoyan al Gobierno y quienes se oponen a él y exigen bien sea una segunda vuelta electoral o nuevas elecciones. Los opositores en la calle, continúan incitando a la paralización de actividades en cada ciudad, el lunes, La Paz se sumó a otras ciudades en paro; el método utilizado por los opositores para detener las actividades en la sede de los poderes públicos ha sido el bloqueo de calles.
Mientras los manifestantes se enfrentan de acuerdo a su visión política, los representantes políticos no se quedan atrás, muestra de ello es que el excandidato Carlos Mesa y el vicepresidente, Álvaro García Linera, se han culpado mutuamente de causar violencia y agudizar el conflicto.
“Carlos Mesa es un mal perdedor, un candidato violento y hombre perseguido por los muertos de su pasado político”, dijo García Linera, al tiempo que mostró unos videos en los cuales grupos de opositores propinaban golpizas y vejaban a inmigrantes de origen indígena en Santa Cruz de la Sierra.
García Linera también manifestó que desde la oposición lo que se busca es un “golpe de Estado” en contra de Evo Morales, a juicio de García, tras el “macabro plan” se encuentran opositores exiliados en Estados Unidos y otros países.
Por su parte, Mesa presentó un video advirtiendo de que existe una estrategia gubernamental para hacer intervenir a grupos violentos y responsabilizarlo a él de lo que ocurra. El excandidato negó que tenga una intención violenta o golpista, y convocó a continuar las protestas pacíficas en “defensa del voto y de la democracia”.
Expertos en materia política consideran que las declaraciones de ambas partes culpándose entre sí del estallido violento, buscan descargar anticipadamente las responsabilidades que tendrán por la escalada de confrontación causada por la falta de diálogo, la ausencia de una salida visible y los llamamientos a continuar las demostraciones.
Hasta el momento, nadie parece estar dispuesto a ceder o negociar una salida al problema que mantiene convulsionado el país.
