El ignoto club Seraing United, del ascenso de Bélgica, marcará un antes y un después entre las sanciones de los tribunales de disciplina con carácter internacional. La mayoría no estará al tanto de por qué este equipo de la ciudad de Lieja adquirió tanta popularidad en el último tiempo. Y vale repasar cada instancia de su disputa con la FIFA.
Fue en 2015 cuando el Seraing formalizó un acuerdo con la empresa Doyen Sports Investment Limited para la cooperación en la contratación de futbolistas de su club. Enterado del arribo de este fondo de inversión y entendiendo que dicha institución estaba incumpliendo con un par de artículos del Reglamento sobre el Estatuto y la Transferencia de Jugadores, la FIFA abrió un expediente en su contra y lo sancionó.
El Seraing fue multado económicamente con 150 mil francos suizos y además se le prohibió inscribir jugadores en cada una de las siguientes cuatro ventanas de transferencias. Los dirigentes del Seraing presentaron un recurso ante la FIFA que fue rechazado por la Comisión de Recursos del ente y fue entonces que decidieron recurrir al TAS (Tribunal de Arbitraje Deportivo), cuando ya corría el año 2016.
Un año más tarde, el TAS resolvió reducir de cuatro a tres períodos el impedimento de inscripción de futbolistas. Y a principios de este año, el Tribunal Federal suizo desestimó el recurso contra el TAS del club, que evidentemente quedó disconforme con la resolución.
Lo concreto es que en la última semana, la Corte de Apelación de Bruselas le dio la derecha al Seraing al aplicar el convenio de los Derechos Humanos y la Carta Europea de los Derechos Fundamentales que habla de la obligación de que un juez independiente sea el encargado de dictaminar sentencia cuando se habla de normas que figuran en los tratados europeos.
Cuando parecía que no había marcha atrás en el caso del Seraing, una Corte independiente «desautorizó» a la FIFA y el TAS expuso que estos entes ya no cuentan con la última palabra en este tipo de casos.