Debutante con la escudería Minardi en la misma temporada donde Juan Pablo Montoya se convirtió en piloto de Williams (2001), el asturiano llamó la atención por su versatilidad, más allá de conducir un auto que no tenía mayores aspiraciones.
Dicha actuación lo catapultó a la Renault, con el cual tuvo un rendimiento progresivo al alcanzar un sexto y cuarto lugar en la clasificación general (2003 y 2004), antes de quedarse con los títulos de 2004 y 2005, rompiendo con la hegemonía del alemán Michael Schumacher y del equipo Ferrari tras siete campeonatos consecutivos.
Sin embargo, cuando toda daba para pensar que había iniciado una nueva era en la Fórmula 1 con Fernando Alonso, la decisión de pasar a Mclaren en 2007 complicó su andar en la categoría, poniendo fin a su contrato al año de llegar. La mala relación con un naciente Lewis Hamilton dio al traste con las ilusiones iniciales de haber fichado por uno de los equipos tradicionales de la Fórmula 1.
De regreso a Renault, Alonso afirmó que su intención era ganar un tercer título y así poner fin a la carrera como piloto profesional. Y sí que lo intentó al sumartres subcampeonatos con Ferrari (2010, 2012 y 2013) antes de regresar a Mclaren en una sorpresiva decisión. No obstante, en la escudería británica todo se complicó por cuenta de Honda como proveedor de motores, cuyo rendimiento en dos años no cumplieron con las expectativas del piloto español de mejorar la configuración del monoplaza para pelear mano a mano con Mercedes.
Y aunque McLaren se cambió a Renault para la temporada 2018, el desgaste y los años, al parecer, dieron al traste con los ánimos de Alonso, quien será recordado por su talento al volante y la forma audaz de acomodarse a condiciones adversas.