David Goodall, el biólogo australiano que viajó a Suiza para aprovechar las leyes que le permitían acabar con su vida, falleció este jueves. Dejó algunas reflexiones que avivan el debate que genera esta práctica en el mundo.
El biólogo australiano de 104 años David Goodall puso fin a su vida este jueves, según lo confirmó un grupo que defiende el derecho a morir con dignidad.
Philipp Nitschke, director de Exit International, informó que Goodall fue declarado muerto a las 12:30 de la tarde, hora local, en Liestal, una localidad en las afueras de la ciudad de Basilea. Hasta allí viajó Goodall para aprovechar las leyes suizas que permiten el suicidio asistido.
Goodall tiene 3 doctorados encima y trabajó en su oficina de la Universidad de Perth hasta pasados sus 102 años. A sus 104 y después de todos sus logros decidió que quería emprender un último viaje, uno hacia su muerte. Lo acompañó su nieto Daniel, mientras escuchaba por última vez su pieza de música favorita: la novena sinfonía de Beethoven.
Goodall tomó por cuenta propia, en plena libertad y conciencia el coctel de barbitúricos que los médicos prepararon para él. Antes de que eso ocurriera, el abuelo dio una rueda de prensa en donde quedaron expresadas sus ideas y reflexiones sobre por qué tomó esta decisión.
En medio del debate que genera el suicidio asistido en el mundo, que solo está legalizado en países como Canadá, Bélgica, Holanda y en EEUU en estados como Vermont, Washington, California, Colorado, Hawaii y Washington, D.C. y Montana, oir las últimas ideas de Goodall antes de morir abren cuando menos nuevas perspectivas y preguntas sobre el tema.