domingo, mayo 5, 2024

Hondureña aterrorizada vive en el limbo legal

Texas.- En sus ojos tristes, Karla Patricia Boquín refleja su miedo a la muerte. Y no es para menos: tres de sus hermanos y su padre fueron asesinados en la última década por pandilleros en San Pedro Sula, Honduras.

Sus tragedias no paran ahí: su hermana fue secuestrada y desaparecida; la casa de su madre fue incendiada intencionalmente y un hermano suyo está extraviado en México. El huía de la violencia junto con ella y sus cinco hijos. No sabe nada de su paradero.

Por todo lo anterior busca asilo en Estados Unidos, y, según la abogada Yanci G. Montes, Karla “tiene entre un 30 a 40% de posibilidades de ganar su caso” cuando sea citada por un juez en una corte de inmigración por haber entrado ilegalmente al país.

“La situación legal de ellos está en el limbo”, dijo la abogada. “Todavía no han sido citados para una audiencia”

Montes dijo que tiene hasta un año para someter el pedido de asilo para Karla y sus niños, basada en que son miembros de una familia atacados por un grupo en particular: las maras.

“Tendremos que esperar; ella debe pasar una entrevista de un temor creíble”, dijo. “También debe comprobar que ha sido víctima del terror, y que no la pueden deportar por miedo a ser asesinada”.

De acuerdo con la abogada, los cinco hijos de Karla “tienen un 70% de posibilidades” de calificar para obtener la residencia permanente, gracias a una categoría especial migratoria conocida como Estatus Especial Juvenil (SIJS), en base a que la reunificación de los menores con su padre no es viable, a consecuencia del abandono, abuso y negligencia, y que no es en el mejor interés de ellos regresar a su país natal o el último lugar de residencia habitual.

‘Me mataron a mi familia’

Inmersa en un mar de llanto, Karla Patricia narró la odisea de tener que recorrer miles de kilómetros con sus cinco pequeños: Luis Gustavo (13), Christopher (9), Carlos (7), Celio (3) y Valeria de 15 meses para arribar a la tierra prometida: Estados Unidos

La travesía la llevó de Honduras de Guatemala, Villahermosa (Tabasco), Tlaxcala, Torreón (Coahuila), Ciudad Juárez (Chihuahua) y San Antonio, Texas.

Rodney Javier y Carlos Antonio Boquín fueron asesinados en 2006; después su padre, Coronado Boquín Sarmiento en 2010; a éste le siguió en 2011, el secuestro de su hermana Victoria Clarisa, a quien nunca encontraron, y el homicidio desu tercer hermano, José, en 2014.

“A mi hermana la buscamos en todos lados y nunca la encontramos”, recordó Karla. “Me mataron a mi familia…nosotros no teníamos nada que ver con las pandillas; ninguno de ellos era criminal, ni tampoco tenían tatuajes”.

Estadísticas del Observatorio de la Violencia en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (OC-UNAH) indican que en esa nación centroamericana una persona es asesinada cada dos horas.

De hecho, en los primeros cinco meses de 2016, los números de muertos llegó a 2,100, apenas 1156 menos que en el mismo periodo de 2015.

Hermano perdido…la madre se queda sola

La tragedia de Karla Patricia se acentuó en su cruce por México donde se extravió su hermano menor, Melvin René, de 18 años.

“Él no se alcanzó a subir rápido al tráiler que nos dio “raid”, contó. “Hasta ahora no hemos sabido nada de él”. Tampoco su madre, Rita Perfecta Toro conoce de su paradero.

La madre de Karla no pudo huir con ella.

“Se quemó el pie cuando incendiaron su casa”, dijo. “Nadie de los vecinos quisieron decir quién lo hizo”.

Los hechos ocurrieron el pasado 9 de agosto a plena luz del día. En una habitación estaba su hijo Carlos Jared, quien logró correr y ponerse a salvo de las llamas.

Sin agua ni comida…la luz al final del túnel

Karla es madre soltera. A su exmarido no le interesó que ella tomara la decisión de huir con los niños.

“Yo solamente me agarré de la mano de Dios; solamente mis hijos y yo nos apoyábamos”, expuso. “Ellos conmigo y yo con ellos, y la gente que nos ayudaba en el camino o los traileros que nos compraban comida”.

“¡También nos compraban agua!”, añadió inocentemente, Carlos Jared.

El anhelo de salir de aquel circulo de violencia y muerte le infundió ánimos a esta madre, a quien le duele en el corazón que sus vecinos expresaran que a sus familiares los mataron “porque teníamos mala vibra”.

En su viaje de 842 kilómetros entre Torreón, Coahuila a Ciudad Juárez, aquellas nueve horas y media fueron desgarradoras para Karla.

“No teníamos comida ni agua”, narró. “Cuando hay, aunque sea un solo pan para todos ellos se conforman, pero ya no teníamos nada… Carlos es el más afectado, porque cuando me ve preocupada se pone a llorar. Pasamos dos días sin comer”.

Karla vio la luz al final del túnel cuando se presentaron en la garita internacional Food Market, en San Antonio, Texas.

“Fue el 22 de noviembre cuando cruzamos el puente; lo recuerdo bien”, dijo. “De ahí nos pasaron a un albergue donde estuvimos 14 días”.

Karla no quería abandonar el centro de detención ni firmar su salida del mismo. Ahí se sentía protegida junto con sus niños.

“Cuando fui a la corte le dije al oficial que yo no me quería ir de allí, hasta que mi primo Oscar fue por nosotros”.

En la tierra de la libertad

Karla y los niños arribaron a California el 13 de diciembre. Por el momento viven en un hotel y hasta el sábado estaba segura del alimento de los pequeños.

“No sé qué voy a hacer”, expresó. “En mi mente está tener un permiso para trabajar y darle todo a mis hijos…o sé que Diosito me va a ayuda…él es el único que me ha sacado adelante y si no hay para comer, él pondrá a alguien de buen corazón en mi camino. Lo bueno es que ellos saben que, si solo hay pan para comer, no reniegan de nada”.

Policías con miedo a la muerte

“Allá no se puede vivir”, comentó Oscar Boquín, primo de Karla. “La violencia en Honduras es contra todos”.

De hecho, Oscar también debió huir de su país natal, cuando su madre lo trajo a Estados Unidos a los 11 años. Él y su prima fueron juntos a la primaria.

“En Honduras los ladrones y asesinos pueden más que la policía, y por eso nunca llegan sino hasta que ya han matado a alguien”, dijo el joven electricista. “Ellos no se van a meter a la cueva del lobo a investigar …ellos también tienen miedo de morir porque tienen familia”.

Ambos, ahora ya no tienen que huir más.

“Con la voluntad de Dios todos vamos a salir adelante”, indicó.

“Yo lo único que quiero es que me dejen trabajar”, agregó la ex costurera hondureña. “Yo por mis hijos lo hago todo”.

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