Tijuana – México.- La palabra “refugio” se queda escasa a la hora de describir a Espacio Migrante, un recinto que se localiza en la ciudad de Tijuana, Baja California, y en el que confluyen indocumentados de distintas naciones y culturas.
Aunque el centro, en efecto, acoge a ciudadanos que llegaron al norte de México, procedentes de Centroamérica, el Caribe e, incluso, de África, sus salas también están abiertas al intercambio de costumbres.
Ejemplo de ello es la habitación en la que niños centroamericanos juegan junto a otros infantes, que son originarios del estado mexicano de Guerrero. Dentro de ese grupo, también hay pequeños que nacieron en el remoto Camerún.
Tanto los menores como sus padres han sido obligados, por Estados Unidos, a esperar, en México, a que se decidan sus casos de asilo. Debido a que los procesos pueden demorar años, Espacio Migrante busca que sus refugiados tengan la oportunidad de adaptarse a México y de superarse dentro de la nación azteca.
En ese sentido, Paulina Olvera Cáñez, la mexicana que fundó el centro, ha ayudado a varios migrantes a aprender español, a hacer revalidas y a conseguir becas para cursar estudios universitarios.
“Les gustan las carreras de ingeniería y medicina”, comenta la mujer, quien se llena de orgullo al relatar que, por Espacio Migrante, han transitado indocumentados que ahora cursan doctorados en la Universidad Autónoma de Baja California (UABC).
Ese recinto también llegó a acoger a Ustin Pascal Dubuisson, un haitiano que abandonó su país, tras el terremoto de 2010, y que llegó a Tijuana, desde Brasil. Él es el escritor de “Sobrevivientes”, un texto que ha sido traducido a cinco idiomas.
La idea de Espacio Migrante nació en 2016, después del arribo, a Baja California, de miles de personas que, como Pascal Dubuisson, estuvieron en suelo brasileño, después de dejar Haití. Muchos de esos isleños pernoctaban en las calles, durmiendo en el piso, a merced de personas y grupos compasivos que les ayudaban con gestos de caridad.
