Washington – EEUU.- Casi 70.000 niños indocumentados fueron separados de sus padres, durante el año 2018, a causa de la política de “cero tolerancia” que fue implementada por la administración del presidente Donald Trump.
En aras de frenar la llegada de inmigrantes ilegales, a través de la frontera sur de Estados Unidos, las autoridades migratorias detuvieron y alojaron en albergues temporales a 69.550 menores.
La cifra, que permitiría copar, con facilidad, el aforo de un estadio de fútbol americano, supera, por mucho, las detenciones de niños indocumentados practicadas por otros países.
En 2013, Australia detuvo a 2.000 pequeños, durante una oleada de llegadas por mar. El año pasado, Canadá mantuvo bajo custodia a 155 pequeños, que arribaron a ese país ilegalmente. En 2017, Gran Bretaña hizo lo propio con 42 menores.
La aterradora realidad fue desvelada por un estudio que condujo la Organización de Naciones Unidas (ONU). Esa investigación también reveló que buena parte de los niños pasó más del debido, dentro de los centros de acogida.
Especialistas han advertido que separar a los menores de sus padres o acompañantes principales y exponerlos a largas estancias en lugares de detención, puede llegar a afectar su desarrollo neurológico y su capacidad mental.
En tal sentido, Jack Shonkoff, director del Centro para el Desarrollo del Niño de la Universidad de Harvard, señaló a comienzos de 2019, ante miembros del Congreso, que “las relaciones estables y receptivas promueven una arquitectura cerebral saludable. Si estas relaciones se interrumpen, los niños pequeños reciben el doble golpe de un cerebro, que es privado de la estimulación positiva que necesita y es atacado por una respuesta al estrés, que altera sus conexiones en desarrollo”.
