Para la tarde de este jueves, solo un puñado de mujeres y niños quedó —pero más tarde partirá a Ciudad de México— en el campamento que se improvisó en un gimnasio del municipio de Matías Romero, Oaxaca, donde miles de centroamericanos quedaron varados durante cinco días, mientras Trump lanzaba amenazas y anunció el despliegue de soldados para proteger la frontera sur de Estados Unidos.
Desde muy temprano cientos de migrantes abordaron autobuses con dirección a Ciudad de México y otros a Puebla, donde tomarán talleres con abogados estadounidenses sobre el tema de asilo, pero después se reunirán con todo el grupo en la capital del país.
Por la tarde, 500 centroamericanos más se movilizaron y otros 200 llegarán a Ciudad de México a pie o montados en la red de trenes conocida como ‘La Bestia’, informó el reportero de Univision, Alejandro Madrigal.
La caravana inició el pasado 25 de marzo en el municipio de Tapachula, Chiapas, con 1,500 migrantes que estaban dispuestos a llegar a la frontera con Estados Unidos; pero el empuje fue disminuyendo con amenazas de Trump, quien ya adelantó que entre 2,000 y 4,000 guardias nacionales vigilarán la zona limítrofe con México. Aunque los uniformados no portarán ni armas ni realizarán funciones de control migratorio o aduanero.
Esperan llegar a EE.UU.
“No somos terroristas, no somos asesinos; somos gente trabajadora que huimos de la violencia de nuestro país», dijo a Univision Héctor Hernández, un migrante hondureño que sigue con la esperanza de llegar a Estados Unidos.
Mary, una migrante salvadoreña que vivió el secuestro de familiares, declaró a al reportero de Univision Alejandro Madrigal que a pesar de las acciones de Trump, ella buscará asilo en California
“Yo sé que es humano (Donald Trump) y tiene que ponerse en el lugar de nosotros que hacemos todo por nuestros hijos y tiene que darnos el refugio”, confió Mary.
La caravana lleva 11 días y tenía planeado recorrer 2,500 millas, pero se terminará el próximo martes. A partir de entonces sus integrantes tomarán su camino por cuenta propia. Algunos ya comenzaron a tramitar visas humanitarias para quedarse en México, otros en cambio han solicitado visados temporales para poder llegar a la frontera con EEUU.
El gobierno mexicano informó que no presionó a los migrantes para que la caravana terminase antes de lo esperado.
«Se logró un acuerdo y tuvieron cumplidos sus objetivos. Esto no fue producto de un tuit (de Trump)», dijo el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete.
La caravana es un ‘viacrucis’ anual que organiza el grupo Pueblo Sin Fronteras, con el fin de visibilizar la crisis de violencia y corrupción en Honduras, El Salvador y Guatemala (conocidos como los países del Triángulo Norte de América Central). Este es el quinto año en que organizan la caminata.
Según la declaración que publicó el grupo antes de salir, se trata de un viaje repleto de simbolismo, con el que buscan traer atención a una gama de temas que afectan a los centroamericanos que buscan refugio en países del norte.
«Exigimos de México y de Estados Unidos: que respeten nuestros derechos como refugiados y nuestro derecho al trabajo digno para mantener a nuestras familias; que nos abran las fronteras porque somos tan ciudadanos como las personas de los países donde estamos y/o a los que viajamos; que las deportaciones, que destruyen las familias”, refiere el grupo.
