El movimiento por la liberación femenina culmina en el año 1975 proclamado, oficialmente, por la UNESCO como el Año Internacional de la Mujer. Toda esta culminación implica una historia y ésta no es la excepción. Prescindiendo de las narrativas míticas de las regiones, en el siglo IV y V antes de Cristo, emerge con claridad el problema de la formulación de la identidad femenina en Sófloques, Eurípides y Aristófanes, debate que se afinó en los escritos filosóficos de Platón y Aristóteles.
La controversia continuó durante la Edad Media y el Renacimiento y se destacan en élla Erasmo y Castiglione defendiendo el derecho a la educación de la mujer y afirmando su igualdad intelectual frente al hombre con la agudización de la controversia en el siglo XX y el desarrollo concomitante y espectacular de la moderna tecnología, la atención de los críticos se ha fijado cada vez mas en las ramificaciones de la discriminación antifeminista en el área de su mayor desarrollo, la de las comunidades.
Es indudable que el progresivo reconocimiento de la igualdad de derechos entre hombres y mujeres es uno de los grandes logros de nuestra época, fruto de una lucha incesante de mujeres excepcionales y el resultado del progreso de las ideas y las costumbres modificadas por el cambio social sufrido por la industrialización y la urbanización. Pero a pesar de todo existe notable distancia entre los pronunciamientos de la ley y la práctica cotidiana, aunque las estructuras en lo formal han cambiado, sobrevive todavía el espíritu patriarcal antiguo, según el cual solo el hombre gobierna al mundo en función de si mismo.
Este antifeminismo latente, este monosexismo narcisista y masculino, al que pocos se atreven a llamar por su nombre y que impregna todavía soterradamente nuestra sociedad, debe ser desmitificado en base a un desenmascaramiento de la inanidad de sus motivaciones.
Solo a este precio nuestra civilización podrá llegar a ser mas humana, menos unidimensional y verdaderamente integrada. En esta lucha por la liberación de la mujer, es el hombre el que también se verá liberado; liberado de sus fantasmas narcisistas y de su pretensión de dominación.
Al igual que el encuentro de dos culturas, cuando se efectúa en el respeto mutuo y fuera de cualquier contexto colonialista, puede hacer salir a una y otra de su aislamiento por su enriquecimiento mutuo, también la erradicación del antefemenismo en nuestro universo cultural puede ser un factor decisivo para el advenimiento de un progreso verdaderamente humano.
La integración de la mujer está diseñada en su entorno participativo, para que se encuentre en si misma y conceptué su valor inmenso como ser humano que no es distinta a nada ni a nadie en las capacidades que tiene el hombre; porque su estructura social la descubrió su propio sistema al que le ha probado todo su potencial humano y científico.
Nuestra historia hasta estos últimos días, nos relata un giro dimensional dentro del espacio social de la mujer, que son muchas dentro de su grandeza como madre, esposa, mujer y profesional, cuya dedicación continúa le da garantía a cualquier sistema dentro del mundo que la rodea, y que sencillamente representa como un modelo de igualdad intelectual, sin prejuicio por su género y que éste quedó al margen que las discriminaba. No hay reivindicación en ellas, hay justicia, y más allá de su inteligencia está el ser mas sublime en la sagrada familia, la mujer, un modelo de igualdad intelectual.