jueves, mayo 2, 2024

Madre hispana obtiene la residencia legal y un riñón que le salva la vida

A la inmigrante mexicana Lind Cortés, la felicidad le sale por los poros.

Hace tres semanas, recibió el trasplante de riñón que anheló durante los nueve años que estuvo sometida a diálisis. Lo que nunca imaginó es que su enfermedad renal le permitiría obtener la residencia permanente, requisito indispensable para que la pudieran poner en la lista de espera de un donante de riñón.

“No sabes lo feliz que estoy. Hace tres semanas me trasplantaron el riñón y me siento muy bien. Mi vida ha cambiado por completo”, confiesa riendo.

A Cortés, de 40 años de edad, su madre la envió a los 14 años a vivir con su Hermana en Los Ángeles. “Yo soy de Morelia, Michoacán en México”, precisa.

Aquí se casó y aquí nacieron sus tres hijos que ahora tienen 18, 17 y 14 años. “Viví 25 años como indocumentada. Como todos los inmigrantes, con mucho miedo a la policía y buscando opciones para arreglar mi situación migratoria. Fui a ver a varios abogados, pero me cobraban mucho dinero”, dice.

Cuenta que una vez escuchó en un programa de radio al abogado en migración, Eric Price y decidió verlo. “’Nada pierdo’, dije. Cuando le conté que tenía nueve años en diálisis, al abogado se le iluminaron los ojos porque vio en mi delicada condición de salud, la solución a mi problema migratorio”, relató.

Sin ‘papeles, no hay riñón’

Cortés cuenta que había intentado en dos hospitales públicos de Los Ángeles que la pusieran en la lista de donantes para recibir un riñón, pero claramente le advirtieron que como sólo tenía Medi-Cal de emergencia, no podían ponerla, tenía que ser residente.

Price sometió la solicitud 42B, denominada “Cancelación de Deportación” para Cortés y en menos de un año; en septiembre de 2014 recibió la tarjeta de residencia.

“Brinqué de emoción. No podía creerlo. ‘¿Será verdad?’ decía. A diferencia de otros inmigrantes, yo deseaba tanto ser residente pero no para que no me fueran a deportar, sino porque sabía que con la residencia podía conseguir un trasplante de riñón y salvar mi vida”.

Dice que con la tarjeta de residencia, solicitó el Medi-Cal regular y escogió ir al Centro Médico Cedars Sinai para pedir que la pusieran en la lista de espera.

“El 24 de septiembre (de este año), como a la una de la mañana, me llamaron por teléfono. Pensé que era una llamada de Telemarketing y apenas escuché mi nombre, les colgué. Pero me volvieron a llamar enseguida. Me dijeron que tenían un riñón,y que en dos horas me volverían a llamar para decirme si era compatible”, recuerda.

Y así fue, dos horas más tarde a Cortés le avisaron que se fuera para el hospital de inmediato, el riñón sí era compatible. A las 9:00 de la mañana,  ya la operaban para hacerle el trasplante. “Ha sido uno de los días que más nervios he tenido en mi vida y de los más felices”, recuerda.

Después de la intervención quirúrgica, poco a poco, asegura, ha notado como su calidad de vida ha mejorado con el nuevo riñón. “Ya no me canso para caminar, ya no me salen manchas en la piel y ya no tengo que ir a la diálisis. Es maravilloso”, exclama esta mujer que todavía se recupera a tres semanas de su trasplante.

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