Ciudad de México.- La Banca mexicana vive tiempos de bonanza. Acumula más de una década de crecimiento sostenido y sensato. La recogida de jugosos beneficios durante los últimos años ha ido acompañada de un fortalecimiento de los controles en forma sobre todo de gruesos colchones de capital. La crisis de mediados de los noventa sirvió para elevar las defensas a la vez que se reconfiguraba el tablero financiero del país con el desembarco de los grandes grupos internacionales. Hoy, cinco de las seis mayores entidades son extranjeras.
La Asociación de Bancos de México celebra este jueves y viernes su reunión anual donde analizará los retos y contratiempos del sector. El foco estará puesto en los mecanismos para ensanchar el acceso al crédito, en cómo incluir en el sistema a la mitad de la población mexicana que se encuentra en la sombra de la informalidad, y en analizar el nuevo entorno internacional marcado por la volatilidad financiara a raíz del giro de timón de la Reserva Federal estadounidense.
El sector cerró 2015 con unos beneficios de 6.200 millones de dólares, un 3% más que el año anterior, impulsado por un aumento en las comisiones (6,9%) y sobre todo por el aceleró en la cartera de crédito (14%), sobresaliendo la financiación al consumo y a las empresas. Los analistas apuntan a la mejora de la demanda interna, los primeros efectos de la reforma financiera y una inflación muy contenida como incentivos a la financiación.
Paradójicamente, el desplome del peso -que cayó casi un 20% durante el año pasado- aparece también detrás de buen comportamiento del crédito. El efecto depreciación -que opera fundamentalmente en la financiación a empresas- consiste en que con la caída del tipo de cambio, la deuda denominada en dólares se convierte automáticamente en más pesos.
Todas estas variables han favorecido que la penetración del crédito se haya colocado en los niveles récord que alcanzó en 1994, antes del hundimiento del sistema, precisamente por la ligereza al abrir el grifo de la financiación. A México le ha costado dos décadas, pero poco a poco se va acercado a los baremos de sus competidores regionales, como Brasil o Chile, donde el crédito alcanza respectivamente el 47% y el 83% en relación al PIB según datos del Banco Mundial.