sábado, septiembre 28, 2024

De pandillero a primer comisionado hispano en TN

Un tatuaje en su cuello recuerda un pasado de violencia y pandillas en su natal Nuevo México. Pero Tommy Vallejos, un pastor y veterano de guerra de origen mexicano, es uno de los cinco hispanos que han logrado un cargo político en Tennessee, el estado con el menor porcentaje de población latina elegible para votar.

Diecisiete de los 18 letreros que identifican a los comisionados de Montgomery, un condado de Tennessee, llevan grabados apellidos anglosajones: Harper, Tooley, Allbert, Hodges, Johnson…

Pero uno de ellos, el de la banca central de la tercera fila, lleva el apellido Vallejos. En él se sienta Tomás, un expandillero de origen mexicano que se convirtió en el primer comisionado hispano del estado sureño.

Ahora, el hombre de 53 años tiene a su cargo el manejo del presupuesto de 400 millones de dólares que recibe Montgomery para garantizar el funcionamiento de las escuelas, cortes, cárceles, carreteras y los servicios de emergencia durante todo el año.

“Pensaba que nadie que hablara como yo, que luciera como yo, que tuviese mi historia familiar ganaría la elección”, dice el comisionado republicano.

Vallejos era un ‘pachuco’, como se llamaban los mexicano estadounidenses de su barrio que manejaban autos low-riders y se mataban entre ellos por el control de una esquina cualquiera. Lleva tatuado en el cuello un pasado de balas, tiroteos, venganzas y muerte.

En 2010 logró una banca en el concejo local de Tennessee, un estado donde apenas 2% del electorado es hispano. Y en su condado viven apenas unos 13,700 hispanos.

Antes que él, solo dos latinos habían logrado un cargo público allí en los 15 años previos, según un análisis realizado por Univision Noticias con datos provistos por la organización NALEO.

La situación no ha cambiado mucho desde entonces. Apenas otros tres latinos han logrado cargos políticos en Tennessee. Lo que se encuentra por miles en California y Florida, en este estado sureño resulta casi una proeza.

A Vallejos quizá le hubiese resultado más fácil hacerse político en su natal Nuevo México, donde 40% de los votantes son latinos, el porcentaje más alto de todo Estados Unidos, según datos del Pew Research Center hasta 2014.

Si bien la población latina en Tennessee ha sido, en términos porcentuales, la tercera que más ha crecido en el país en la última década –134%–, sigue siendo una pequeña fracción, según un informe de la Universidad de Tennessee.

Por eso Vallejos recuerda que cuando en 1991 puso por primera vez un pie en el estado del blues pensó que era el único “mexicano hillbilly” que se había asomado alguna vez por allí.

“Nunca más vuelvo”, dijo convenciéndose a sí mismo. Pero ocho años más tarde regresó a la ciudad tennesiana de Clarksville, casado, como veterano de guerra y convertido en pastor.

De pachuco a militar y pastor religioso

Fue el Ejército lo que llegó primero a su vida, luego la conversión religiosa. Entró a las Fuerzas Armadas porque su madre, harta de ver cómo sus hijos morían en medio de la violencia sin tregua en Chihuahuica, Roswell, lo envió intempestivamente a El Paso, Texas.

Ya le habían asesinado a dos hijos, y a Vallejos lo tenían en la mira porque había halado del gatillo para vengar la muerte de uno de esos hermanos.

Cuenta que una noche una decena de ‘pachucos’ le hicieron una encerrona. “Venían corriendo por la calle con pistolas, cuchillos… con todo. Me iban a matar, así que lo que hice en ese momento fue disparar. Todos disparamos”, dice hablando casi por los ojos.

Esa noche no hubo muertos. Pero dos días después, su mamá, Lupe López, lo sacó del pueblo con una resolución: “Vas a dejar de meterte en problemas”. Lo montó en un carro y, en medio de la oscuridad, manejaron por carretera hasta El Paso. Por un año no quiso recibirlo –ni de visita– para que no volviera a las viejas andanzas.

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