domingo, junio 16, 2024

Tras 3 disparos en la cabeza, EE.UU. le da asilo

Ciudad de México.- Después de recibir tres balazos en la cabeza, los periódicos en Michoacán, México dieron por muerto a Martel Mora Meza. Pero este académico mexicano no solo sobrevivió el ataque armado del que fue víctima, sino que cinco años después de sufrir el atentado que casi le cuesta la vida, consiguió que Estados Unidos le diera asilo político.

“Para mi fue sorpresa, una noticia inesperada. No supe qué decir. No me salían las palabras”, dice emocionada Angélica Córdova, hermana de Mora Meza.

El mexicano de 46 años no puede hablar a consecuencia del daño cerebral que sufrió por los impactos de bala que le destruyeron la nuca, pero sonríe y deja salir un grito ahogado mientras levanta levemente sus puños en señal de felicidad cuando el abogado de migración, Alex Gálvez le dice que ganó el asilo político.

Los hermanos lloran y se abrazan de puro gusto.

Una tragedia que cambia su vida

Eran cerca de las 10:00 p.m. del 19 de enero de 2012 en el municipio de Apatzingán, al sur del estado de Michoacán, en México cuando Mora Meza abría la puerta de su casa. Dos desconocidos le dispararon a la cabeza tres veces.

Él era muy conocido por ser el director del Instituto Tecnológico de Apatzingán (ITSA). Llevaba cuatro años en el cargo y al momento del atentado estaba a punto de comenzar otro período por cuatro años más. Acababa de ser ratificado por el gobernador en funciones en ese entonces, Leonel Godoy.

Mora Meza es el menor de una familia de ocho hijos y el único que pudo ir a la universidad. Desde niño, cuenta su hermana Angélica Córdova, siempre se distinguió por ser muy inteligente y trabajador. “Boleaba zapatos en la calle. Otro hermano vendía leche. Martel, antes de irse a la escuela, lavaba los botes de la leche. Se graduó de ingeniero eléctrico, hizo una maestría y un doctorado en la misma materia”, cuenta la hermana.

Sus logros académicos llevaron al humilde muchacho a convertirse en el director del Instituto Tecnológico Superior de Apatzingán.

La noticia de su atentado corrió como reguero de pólvora. “Mataron al director del Tec”, publicaron varios medios. Pero la realidad es que Mora Meza pasó semanas debatiéndose entre la vida y la muerte. Sufrió una trombosis cerebral que le afectó el lado derecho del cerebro. La confusión sobre su estado de salud se dio porque fue trasladado calladamente a un hospital de Uruapan, Michoacán.

Aunque libró la muerte, su salud quedó deteriorada. El reconocido académico no puede hablar, mira borroso, poco a poco ha ido entendiendo lo que pasa a su alrededor. Le cuesta mover la parte derecha de su cuerpo, por lo que se desplaza con lentitud.

Al ver su condición, su hermana Angélica  – quien vive en Pico Rivera, California – decidió traerlo a Estados Unidos.

‘Teníamos temor que lo mataran’

“Desde niños, fuimos muy apegados como hermanos. Cuando supe de la tragedia, me fui con lo que traía puesto a México, no quise despegarme de él. Meses después, mi esposo me dijo que por qué no me lo traía. No queríamos dejarlo allá por temor a que regresaran a matarlo; y  pensamos que acá podría recibir una mejor terapia y tratamiento”, dice.

Así que el 16 de septiembre de 2013 – un año después del atentado contra su hermano – se lo trajeron a Los Ángeles.  “Pasó con un visa de turista. Y yo vine todo el camino pidiéndole a Dios que no le fueran a poner trabas en migración porque estaba muy débil. Mis oraciones fueron escuchadas y lo dejaron entrar”, recuerda.

Sin embargo, su recuperación ha sido muy difícil. “No solo ha sido el daño físico, sino el emocional”, cuenta su hermana.

“Durante un año tuve que dormir con mi hermano porque le daba miedo dormir solo. Me agarraba la mano y no me soltaba. Tuvimos que ir a terapia para que él pudiera comenzar a dormir solo”, dice.

Martel Meza no puede oír hablar del tema porque se pone a temblar y llorar.

“En las audiencias de migración para su caso de asilo, lo tenían que sacar de la sala de la corte porque nomás escuchaba oír hablar de cómo pasaron las cosas, y se ponía muy mal”, narra su hermana.

 En menos de un año logra el asilo

“Si a Martel Mora Meza el gobierno de Estados Unidos no le hubiera dado el asilo político, no sé a quién entonces”, dice el abogado en migración, Alex Gálvez.

“Había suficientes pruebas: reportes y fotos de periódicos y su propia condición de salud”, sostiene el abogado que llevó el proceso.

En menos de un año después de someter la petición de asilo, lo consiguió.

“En un año más, él puede pedir la residencia permanente”, explica. Aclara que muchos abogados de migración no quiere llevar casos de mexicanos que solicitan asilo porque hay un mito de que los mexicanos no son elegibles.

“Este caso era muy fuerte. El asilo fue creado para casos como éste y si tenemos miedo de proteger a gente como Mora Meza que sufrió un atentado, no estamos sirviendo con el propósito para el cual fue creado este beneficio”, aclara.

Uno de los requisitos principales es solicitarlo un año después de entrar al país. “En el caso de Mora Meza se excedió ese plazo, pero se logró un perdón dada la gravedad de su situación”, precisa.

“La realidad es que los mexicanos sí pueden ganar asilo político si tienen un caso pesado.Parte de nuestro trabajo como abogados de migración es educar a jueces y fiscales cuando hay razones para ganar, aunque se trate de un mexicano. Despacio hemos ido echado abajo el mito de que el asilo político no es para los mexicanos. Este año, yo he ganado cuatro casos de asilos para inmigrantes de México”, asegura.

La hermana dice que habían consultado a otros abogados por teléfono y le decían que no podían ayudarlos. “Pero a insistencia de mi esposo Gustavo Córdova venimos a ver al abogado Gálvez. Mi marido siempre tuvo fe que mi hermano podía obtener el asilo”, dice.

Gálvez señala que Mora Meza también puede solicitar el asilo para sus dos hijas o esperar a solicitarlas cuando sea residente permanente. Martel Meza es divorciado y padre de dos hijas de 15 y 5 años, a quienes no ve desde que vino a EEUU en 2013.

Hasta la fecha, la familia no sabe nada de los hombres que intentaron matar a Martel. “Él no tenía enemigos. Era muy querido. Los días que estuvo hospitalizado, la cuadra alrededor del hospital se llenó de gente que pedía justicia. Pensamos que el intento de asesinato fue por envidias, gente que quería su puesto”, considera la hermana.

En marzo de este año, otro director del Tecnológico de Apatzingán, Francisco Javier Palafox, fue asesinado aparentemente por el crimen organizado. No tenía ni un año en el cargo. Días antes, otro director de escuela, Miguel Arcángel de la secundaria técnica CONALEP 35 del puerto de Lázaro Cárdenas en Michoacán, fue asesinado.

Apatzingán es uno de los municipios más golpeados por la violencia en Michoacán. En ese lugar ha sentado sus reales el cartel de la Familia Michoacana, dedicado al tráfico de drogas, extorsión y secuestros. Entre 2012 y 2013 surgió además el cartel de Los Caballeros Templarios, otro grupo delictivo que nació de una escisión de la Familia Michoacana.

Mucha fe

“Los pronósticos que me dan los médicos sobre su recuperación no son muy buenos. Pero yo tengo mucha fe. Hace un año, él andaba en silla de ruedas y ahora ya camina y cada día está mejor”, comenta su hermana.

Ella espera que cuando Mora Meza se convierta en residente permanente pueda tener una mejor cobertura médica. “Ahorita solo tiene un Medi-Cal de emergencia”, observa.

Pero el mayor sueño de la hermana es que Martel pueda volver a trabajar”, dice mientras Martel Meza mueve la cabeza y lanza un pequeño grito de aprobación cuando escucha la palabra trabajo.

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